miércoles, 10 de junio de 2015

El Zodiaco y el desarrollo humano

LA ESPIRAL DEL DESARROLLO HUMANO[1]

NOTA: El significado de los elementos (Agua, Fuego, Tierra, Aire) y de las cualidades (Cardinal, Fija, Mutable) se encuentra al final en el Apéndice.

Un ciclo natural y un ciclo humano

   En la psicología astrológica se establece la existencia en cada uno de nosotros de un Zodiaco interior. Cada uno de los signos representa una función psíquica de una personalidad completa. Estas funciones se van desplegando y poniendo a nuestra disposición a lo largo de la vida, según vamos desarrollándonos, pues cada signo representa también una fase de nuestra vida.
     El sistema zodiacal es la  "psicología evolutiva"[2] de la antigüedad. La mitología zodiacal está basada en el ciclo anual. Ciclo que tiene un “nacimiento” en la primavera con el despertar de la vida y que pasa por su plenitud, decadencia, muerte y trascendencia (verano, otoño e invierno). Ciclo que se repite año tras año para mejor contemplación de sus efectos e incitación a la reflexión filosófica sobre lo efímero de la vida y sobre su continuidad a pesar de todas los imponderables del destino.
    Al igual que en el curso del año las estaciones siguen un ritmo, la sucesión de los signos zodiacales sigue un proceso evolutivo en el cual cada mito representa un paso adelante en un proceso que se desarrolla. El Zodiaco en su conjunto representa cualquier acontecer de la vida humana a lo largo de su evolución.
    Dejan así de entenderse los signos únicamente como la expresión de doce personalidades diferentes ‘acuñadas’ por los astros a lo largo del año. Pasan a concebirse como doce fuerzas que se manifiestan en todos los órdenes y niveles de la realidad. Así es posible aplicar estas doce armonías universales a cualquier proceso o estructura de la realidad. Aplicadas a la psique, estas doce fuerzas se pueden concebir como doce pasos a dar por el individuo en la formación de la propia personalidad, como doce funciones de nuestra estructura psicosomática, etc. Y en el caso que nos ocupa, sobre todo, como doce experiencias esenciales que el ser tiene a lo largo del desarrollo de su vida. Es decir, conforman una astropsicología evolutiva (El desarrollo de la conciencia).


INTRODUCCIÓN

      Trabajando la relación entre los significados del ciclo zodiacal (de los signos) y los momentos del desarrollo humano, tal como lo han estudiado los psicólogos, se encuentra una relación asombrosamente perfecta y sorprendente. Los signos se adaptan como un guante al desarrollo humano a través de una espiral. Arturo Mata encontró para ella una expresión matemática [edad = 1/60 (J2/90+J)].
      Ésta es una estructura universal, desde las galaxias hasta las caracolas marinas, pasando por la estructura básica de la vida, el ADN; todo parece conformarse a una ley espiral o helicoidal. Además la espiral es una curva masculino-femenina. La curva espiral resulta de aplicar una fuerza vectorial (una recta, es decir, un símbolo masculino) sobre el trazado de un círculo (un símbolo femenino)[3]. Representa, pues, la integración del ser. Trabajar con su estructura, con su mandala, significados, etc. supone, por lo tanto, trabajar por la integración del propio ser. La integración del lado masculino y el femenino de nuestra psique (el anima-ani­mus de Jung) es un aspecto fundamental y básico del desarrollo espiritual.

Fig. 1 El mandala. Resultado de la red manifiesta de relaciones la unir todos los puntos del dodecanario. 


1° ciclo   2° ciclo   

1° ciclo    2° ciclo
Piscis
gestación.


Aries 
0 a 1 /  30 a 35 años.
Libra  
9 a 12  /  63 a 70 años.
Tauro
1 a 2 /  35 a 40   ”   
Escorpio
12 a 15 /  70 a  77  ”
Géminis
2 a 3 /  40 a 45   ”    
Sagitario
15 a 18 /  77 a  84  ”
Cáncer
3 a 5 /  45 a 51   ”    
Capricornio
18 a 22 /  84 a  92  ”
Leo   
5 a 7 /  51 a 57   ”   
Acuario
22 a 26 /  92 a 100 ”
Virgo 
7 a 9 /  57 a 63   ”   
Piscis
26 a 30 / 100 a 108 ”

     La espiral completa un ciclo evolutivo humano a través de los doce signos a los 30 años. Comienza en­tonces un segundo ciclo que duraría hasta los 108 años caso de que alcanzásemos esa edad. En la lista de arriba se dan los datos de edad entre los que transcurre cada una de las fases representadas por un signo.
     Los procesos de crecimiento que se producen en cada una de estas edades están directamente relacionados con el simbolismo de los signos zodiacales en los que se encuentran. esta forma de ver el crecimiento humano nos da una mejor y más clara comprensión de la naturaleza de nuestro desarrollo. En la figura 2 se muestra un dibujo de la espiral evolutiva. a continuación entramos en la descripción de cada signo y su fase evolutiva.
  

 fig. 2: gráfico de la espiral evolutiva con sus  fases zodiacales y las edades entre las que discurren


1º. ETAPA DEL DESARROLLO DE LA CONCIENCIA

PISCIS

Simbolismo

   Tradicionalmente se expone en el Zodiaco a Aries como el primer signo y esto es cierto si nos atenemos a las cosas manifestadas. Pero muchas cosas antes de manifestarse tienen una gestación previa que permanece más o menos en las sombras, tanto si se trata de una idea o un negocio, como de un ser vivo. Como en este estudio nos ocupamos de la psique humana hemos de partir de su más profundo origen y éste es indudablemente el signo anterior a Aries, es decir Piscis.
    De los signos de agua Piscis tiene particular relación con los símbolos relacionados con el origen: las aguas primordiales, el océano, el caos primigenio, lo indiferenciado. Con lo oculto y obscuro: lo desconocido, el inconsciente, el misterio, las desapariciones. Con lo que restringe o limita en el mundo externo: la cárcel, la enfermedad, el retiro, el útero materno. O con lo ilimitado del mundo interno o de una envoltura: la unión mística con un ser superior, la sabiduría inconsciente, el cosmos, el océano. En Piscis se combina lo individual con lo ilimitado.

Significado evolutivo: gestación

    En la evolución humana la primera fase Piscis representa la gestación del niño en el útero materno. En esta gestación, tal como cuentan los biólogos, se reproduce de una manera acelerada todo el desarrollo que la evolución de las especies ha tenido a lo largo de millones de años.
     El niño es al principio una célula y antes de desarrollar la forma humana pasa por los estadios de pez, reptil y mamífero. Así pues, el niño cuando nace es un individuo diferente y exclusivo, es único; pero en su seno lleva una ‘memoria de la totalidad’. Éste es el papel de Piscis: ser uno y todos a la vez, por lo que no les extrañe que muchos nativos de Piscis anden perdidos por la vida. Este signo representa al mismo tiempo el yo y la experiencia mística (el no-yo) en la que el yo se sumerge en la totalidad, aunque sin que desaparezca su consciencia de ser uno.
    El elemento agua tiene, pues, vínculos profundos previos a la propia formación del ser vivo. Anteriores a la construcción, siquiera, del substrato material (el cuerpo del bebé) sobre el que se asentará un yo. Las profundidades inconscientes del agua de Piscis pertenecen al no-yo, a lo que Jung llamaba el inconsciente colectivo. Estas profundidades sólo se pueden conocer, por lo tanto, desde el no-yo. Es decir, antes (estadio prepersonal, mágico y primitivo; ‘conciencia’ del bebé en sus primeras semanas) o después (estadio transpersonal e integrado, conciencia mística de unidad con el Todo. Ocurre en la segunda fase Piscis, como veremos) del desarrollo personal, del desarrollo del yo; que tiene lugar en el ser humano a lo largo de la mayor parte de su vida y que empieza en... Aries.


ARIES

Simbolismo

     El signo de Aries simboliza el comienzo. En la naturaleza la vida empieza y se renueva todos los años en primavera. Se forma nueva savia y la sangre corre por las venas de nuevos seres y también por la de ‘viejos’ nacidos en años anteriores. Aries representa, por lo tanto, el impulso de todo lo nuevo, la precipitación de los comienzos, la actividad en su inicio entusiasta, la ignorancia y la inocencia del que empieza, la capacidad penetrante del principio activo.
    Ampliando este simbolismo Aries implica la acción, la agresividad, la violencia, la osadía, la imprudencia, la precipitación, el carácter ardiente e impulsivo, la exigencia imperiosa de la expresión instintiva. Por analogía psíquica se dice que Aries se expresa en el color rojo (psíquicamente excitante), en los objetos puntiagudos (penetrantes), en los condimentos picantes (ardientes), en las plantas espinosas (agresivas), etc.
    También tiene acción, en el cuerpo humano, sobre la sangre (que es la ‘savia de la vida’), sobre la musculatura que es la base de la actividad física y sobre la cabeza que es la parte del cuerpo que representa la punta de lanza de la evolución y con la que habitualmente penetramos en un ambiente. Todas las características mencionadas relacionan a Aries con las heridas y los accidentes.

Significado evolutivo: el primer año de vida

     No es de extrañar, pues, que Aries nos sirva para representar el nacimiento y los primeros meses de la vida en la evolución humana. Aries representa el núcleo de identidad física más básico y primigenio del ser humano: su yo físico, punto sobre el que se asientan sus desarrollos posteriores. Los registros musculares, hondamente inconscientes, que sólo son capaces de revelar técnicas de masaje profundo como el rolfing.
    El nacimiento es una irrupción (violenta las más de las veces) en un entorno nuevo, se produce sangre y el corte del cordón umbilical. Durante los primeros meses la relación del niño con su entorno es únicamente motora (muscular, activa) y su carácter emocional es exigente e imperioso ante la carencia, la incomodidad o la enfermedad.
    Bien es cierto que se pasa la mayor parte del tiempo durmiendo, lo que nos hace recordar que lleva incorporada en él su reciente fase Piscis en el útero materno; pero su primera relación con el mundo es una relación Aries. Además Piaget, que ha investigado el desarrollo de la inteligencia, nos descubre que los primeros pasos de ésta se dan a través de la actividad motora del niño. La primera memoria del niño es una memoria motora; es decir, lo primero que empieza a recordar el niño son sus movimientos: después de haberlos repetido innumerables veces llega un momento en que toma consciencia de ellos y empieza a repetirlos intencionadamente, tiene memoria de su actividad muscular.


TAURO

Simbolismo

    Tauro representa la tierra fértil (no toda la semilla ariana de vida es fecundada, ni aquella que lo es, de igual forma). La eclosión de Aries tiene que consolidarse en una buena ‘tierra’ para que produzca flores, semillas y frutos. Así la naturaleza de la tierra limita la vida. La semilla de vida de Aries se agostará en el desierto o en un medio inadecuado. Tauro representa el primer conocimiento de la realidad material sobre la que se asienta y crece la vida. Los campos verdes en primavera, las flores, los frutos; están dedicados a Tauro. La diosa-madre pagana de numerosas ubres es una representación de la abundancia taurina.
     El primer elemento tierra del Zodiaco es, ante todo, una tierra nutricia; un hecho físico en sí mismo sin buscar otros significados. Como tal hecho físico sensorial y directo es de naturaleza disfrutadora y hedonista. Tauro representa, sobre todo, el disfrute de la vida. El sentido posesivo que se atribuye a este signo deriva del sentido de territorialidad de los animales. En el ser humano la ‘territorialidad’ se extiende a la familia y al propio cuerpo. El disfrute corporal mediante la comida, el masaje, la sensualidad, etc.

Significado evolutivo: el segundo año de vida

     La primera realidad que aparece ante el niño en su evolución es su propio cuerpo y los ‘objetos’ inmediatos entre los que se incluye a la madre. Este primer reconocimiento de la realidad es el encuentro con una ‘tierra’ que, al mismo tiempo, lo limita y le permite dar unos frutos de acuerdo con su labor.
Tauro limita la libre expansión y exteriorización que el niño tenía en los primeros meses. A esta edad el niño, que ya anda, debe empezar a ser vigilado por los padres: las prohibiciones y la forma cómo se haga esta primera educación condicionará la psique sobre la que se desarrollará el futuro adulto.
     El control a esta edad es muy importante, su exceso limitará la tierra (las capacidades) sobre la que el niño podrá ‘arar su vida’, su defecto (esa educación actual permisiva –de niños mimados se decía antes– que produce unos niños insoportables y fomenta la psicopatía) implicará un desgaste prematuro y una falsa conciencia de la realidad. El niño desatendido en situaciones extremas (hospitalismo, orfandad, marasmo, o ambiente tercermundista) carece de ‘buena tierra’ para vivir y en un porcentaje mucho más alto que los niños con una educación normal, no alcanza esta segunda fase de la vida.
      En estos meses el niño reconoce su cuerpo, reconoce su imagen física en el espejo y empieza a reconocer su ‘imagen psíquica’ (a desarrollar su autoconcepto) en el ‘espejo psíquico’ que los demás son para él. Aries representa el aspecto muscular del cuerpo (fuego) Tauro lo hace con el aspecto sensual y placentero del mismo (tierra).
     A estas edades el niño no tiene conciencia verbal todavía (conciencia de su yo). Debido a esto las sensaciones de la estructura muscular profunda (tensiones enquistadas, conciencia física –sólo nos acordamos del cuerpo cuando nos duele) y el placer y la serenidad profundas –que proceden de su hedonismo corporal– son, con frecuencia, tan desconocidos para el individuo porque hoy día basamos nuestra identidad mayormente en los aspectos mentales, verbales y sociales (aire) del yo. Es decir, iniciamos nuestra conciencia en... Géminis.


GÉMINIS

Simbolismo

     Como signo de aire, Géminis representa la comunicación y como signo mutable la variabilidad. El aire es, de los cuatro elementos, el más móvil y variable (el aire no está tan sujeto a la superficie terrestre como los otros tres). La imagen que nos da Géminis es, pues, la del más versátil y cambiante de los signos.
      En la naturaleza nos imaginamos la brisa primaveral, el cabrilleo de las hojas de los árboles, el movimiento de los animales rápidos como la ardilla. En el ser humano se relaciona con los pulmones y la respiración, y con los brazos y, en particular, las manos: la parte ejecutora y expresiva de la mente y de la comunicación con una gran riqueza de terminaciones nerviosas (el aire es mental).
      Debido a todo esto Géminis representa en la sociedad y el ser humano la comunicación y los viajes, y sus medios (idioma, vehículos, correos, radio, prensa, imprenta...). La relación de Géminis con la comunicación se puede ver en los procesos de cortejo tanto animales como humanos, previos al apareamiento; actividad especialmente frecuente en primavera. Por sus características, Géminis y en general los signos de aire, son ‘signos humanos’; es decir, sus cualidades tienen sus mejores representaciones en los procesos culturales humanos. Géminis es también un signo dual y lo expresa su símbolo los gemelos. La naturaleza esencial de la dualidad se expresa primigeniamente en la división de los seres en masculinos y femeninos y culturalmente en la división cuerpo-mente e individuo-sociedad.

Significado evolutivo: el tercer año de vida

    La fase que representa Géminis en el desarrollo humano transcurre, aproximadamente, entre en segundo y tercer cumpleaños. Lo más característico de esta fase es el desarrollo del lenguaje y el comienzo del interés social del niño que se irá ampliando en años posteriores. Esto favorece que el niño empiece a adquirir una consciencia de sí mismo. El desarrollo del lenguaje permite al infante comenzar a manejar sus impulsos (instintos y pulsiones) de una forma verbal (por ejemplo: comunica sus deseos, ya no se limita únicamente a hacer rabietas) lo que representa un importante paso en su proceso de humanización.
    Sus padres están interesados en que el niño verbalice sus necesidades (¿cómo se pide eso?) con lo que están procurando marcarle pautas de comportamiento que lo sacarán con el tiempo de su anterior identificación exclusiva con las necesidades fisiológicas y emocionales. El ‘por favor’ no es sólo una fórmula de cortesía, sino, sobre todo, un mecanismo psicológico que permite que niño aprenda a alejarse de las exigencias emocionales perentorias.
      En la fase Tauro el yo del niño estaba identificado con su cuerpo y a partir de aquí el yo del niño empieza a desarrollar la identificación con la mente; en este momento, sobre todo, con el aspecto verbal-social de la misma. Por otra parte hay que señalar que el niño empieza a reconocer la dualidad sexual de la naturaleza: hay niños y niñas, papás y mamás...


2º. ETAPA DEL DESARROLLO DE LA CONCIENCIA

CÁNCER

Simbolismo

      Es muy conocido el simbolismo maternal y familiar del signo de Cáncer; también representa al bebé. Cáncer es un signo de agua, por lo tanto emocional; sus lazos con el entorno tienen el sello de lo inconsciente, de lo afectivo, de lo establecido por la tradición y de lo profundo y arraigado. Piscis representaba los lazos con el origen, lo primigenio, la evolución de las especies; Cáncer se atiene a los lazos del individuo con la familia y a través de ella con el grupo local, barrio, pueblo, comunidad, nación; con la historia, las tradiciones, las costumbres, el matriarcado, el respeto a los mayores...
     Cáncer representa, asimismo, el hogar, el lugar de origen, el “terruño” y los apegos que su evocación suscita. Cáncer expresa nuestra identidad psíquica con un grupo, una educación y unas costumbres; parte de nuestro yo (lo que llamo el yo-grupal) está formado por las identificaciones con la familia y el grupo. La educación y la transmisión de los valores admitidos –simbolizada por el eje Cáncer-Capricornio– se hace por medio de los vínculos afectivos del bebé con la madre.

Significado evolutivo: de 3 a 5 años

     Entre la edad de 3 y 5 años, aproximadamente, tienen lugar unos procesos que Freud identifica con el conflicto edípico y que diversos autores de psicología evolutiva señalan como una fase de socialización a través de la familia. Durante los primeros años el niño ha tenido su mirada puesta exclusivamente en sí mismo. Ahora a través del conflicto edípico y de los procesos de socialización empieza un periodo que culminará en la descentralización afectiva (dejará de percibir al mundo como centrado en sí mismo: egocéntrico) que tendrá lugar entre los 9 y 12 años (en la fase Libra, el siguiente signo de ‘aire’) y que le permitirá descubrir a las otras personas como distintas de él mismo. De la misma manera se descubrirá también a sí mismo, pues hasta entonces no habrá sido consciente de sus procesos internos ni de sus diferencias
       Piscis señalaba los procesos físicos que tenían lugar en el seno materno en la formación de un nuevo ser. Cáncer, de nuevo un signo de agua, señala los procesos psíquicos que tienen lugar en el niño a esta edad en la formación de una nueva consciencia de sí mismo y de su entorno. Esta conciencia surge del choque del sentido emocional exclusivo de Aries (primer núcleo de la identidad del ser humano) con el sentido emocional grupal de Cáncer. Se establece un choque entre el autocentramiento emocional del niño, de una sola dirección, y el desarrollo de una estructura cuaternaria formada por cuatro direcciones emocionales (yo, tú y principios materno y paterno). Este desarrollo se produce y opera a nivel inconsciente en su comienzo (agua de Cáncer). Ver fig. 2.
       Siempre que en la evolución pasemos por un signo de agua surgirán remodelaciones profundas en el ser de naturaleza psíquica y/o biológica. Naturalmente estas remodelaciones no están exentas de conflictos pues en cada una de estas fases la consciencia tiene que asumir un conocimiento o experiencia profunda que muchas veces está en conflicto con lo que ya sabe o cree saber.


Fig. 3: estructura cuaternaria de la personalidad

LEO

Simbolismo

      Es el símbolo del poder personal y también del poder de las instituciones, sobre todo, de la realeza. No en vano al animal que lo representa, el león, se le tiene por el rey de la selva, y la majestuosidad y ‘digni­dad’ que se aprecia en este felino tiene su contrapartida humana en el carácter caballeroso, digno, idealista, orgulloso, sereno, viril, autosuficiente, etc. que suele ser la marca de los nativos de leo. Leo también exhibe, con frecuencia, otros rasgos menos agradables como los de la prepotencia, exigencia, tiranía y fogosidad mal dirigida. El Sol es el astro de Leo y en muchas culturas la imagen solar ha sido una divinidad central o el núcleo de mitos heroicos.
      El Sol es el centro del sistema solar alrededor del cual giran los planetas. El corazón es el centro vital del ser humano. Los leo son personas alrededor de las cuales suelen girar los demás signos. Y el Sol o Leo también representan el centro sólido y estable de la personalidad (el yo), alrededor del cual deben girar los demás aspectos de la misma.

Significado evolutivo: de 5 a 7 años

      En el desarrollo humano el poder simbolizado por este signo representa el momento (resolución edípica de Freud, comienzo de la individuación en Jung...) en que el niño asienta el núcleo de lo que será su personalidad futura. Leo simboliza el centro del autodesarrollo y de la expresión del poder personal y este paso en la vida humana es sumamente importante. En esta edad el niño se dedica a toda suerte de juegos de competitividad física y mental con sus compañeros, en los que va poniendo a prueba su yo.
    Después de la gestación en Piscis Aries representa el nacimiento físico. En el proceso de socialización en Cáncer el niño tiene que crecer psíquicamente para empezar a abrirse a un mundo más amplio que está más allá de su autorreferencia. Este crecimiento permite que Leo represente ahora el nacimiento psíquico del núcleo del yo. En la medida en que el niño consolida la conciencia vital de sí mismo, construye un sólido núcleo de autoidentidad psico-corporal sobre el que se asentarán posteriores desarrollos.


VIRGO

Simbolismo

    Virgo es el signo que se opone a Piscis. En nuestra cultura Piscis ha representado al cristianismo (los peces son un importante símbolo en los evangelios y en el cristianismo primitivo) y Virgo, su opuesto, al desarrollo de la ciencia y de la consciencia objetiva. Piscis representa el caos primigenio; el lugar sin formas que puede crear, por lo tanto, todas y cada una de las formas. Un lugar en el que todo está sumido en una unidad indiferenciada. Virgo es el mundo compartimentado de las formas creadas, cada una en su lugar, clasificada y separada de las demás.
    Para conseguir una explicación universal de las formas que satisfaga a todos está el camino de la ciencia que necesita rechazar, en un primer estadio de su desarrollo, la confusión que, desde su punto de vista, reina en Piscis. Las personas de Virgo necesitan confirmar muchas veces sus actos u opiniones para estar seguras de lo que hacen o afirman (cerrar los grifos, las puertas...). Se comportan de forma análoga a como lo hacen los científicos: repetir muchas veces sus experimentos para confirmar los hechos. La mente, separada de la totalidad, necesita clasificar... y eso lo hace muy bien Virgo.

Significado evolutivo: de 7 a 9 años

      En el desarrollo humano la fase Virgo se expresa cuando el niño accede a la escuela primaria. Es la edad en la que se le empiezan a enseñar las cosas de una manera más sistemática. En la actitud del niño también suele existir un deseo por aprender y conocer las cosas siempre que la enseñanza no sea castrativa (represora). Al final de esta fase es cuando se separa la confusión pisciana y se empieza a entender la naturaleza racional del mundo en que vivimos. Por ejemplo, en este estadio, un niño todavía confunde la palabra con el objeto nombrado. Así puede decir que “la palabra trueno es fuerte” porque el trueno (el objeto nombrado) lo es; no dándose cuenta de que la palabra no es el objeto que nombra. Será en la siguiente fase Libra donde ya habrá aprendido a diferenciar entre las palabras y el objeto que éstas nombran. Esto es un paso muy importante y necesario en el desarrollo de la inteligencia y la relación humanas. Ahora está aprendiendo todo tipo de cosas nuevas y llenando su mente de datos, operaciones mentales y manuales. En este momento es importante también que el niño desarrolle alguna actividad artesanal que tenga ocupadas sus manos o, en el caso de los niños de ciudad, conozca el campo, los animales de granja y las actividades agrícolas y artesanales.*
      En el desarrollo de la inteligencia estudiado por Piaget esta etapa coincide con el momento en que el niño empieza a ser capaz de realizar operaciones utilizando los objetos (la llama “fase de las operaciones concretas”). Es decir puede resolver problemas matemáticos si maneja los objetos que representan estos problemas (manzanas o naranjas, por ejemplo). Sólo en la fase siguiente empezará a hacer los cálculos ‘de cabeza’. En Tauro, un signo de tierra, el niño reconocía la realidad física, ahora en Virgo, otro signo de tierra, empieza a reconocer la realidad mental y operacional.


LIBRA

Simbolismo

     Libra es el signo de la pareja, del otro, representa el equilibrio entre dos opciones, entre el yo y el otro, entre la mente y los sentimientos. Su símbolo, la balanza, representa precisamente ese equilibrio entre las partes. Por ello Libra significa la paz, el equilibrio social, el arte de la diplomacia, el deseo del anfitrión de atender a todos sus invitados... También tiene relación con lo bello (queremos estar guapos para el otro o buscamos la belleza en el otro) y de ello se deriva el arte y la cultura. Aries representa el principio, Libra se encuentra en el punto opuesto, es el otoño, se produce un punto de inflexión. Primavera y verano fueron estaciones de recolección y abundancia, ahora pasamos a una etapa de selección (el filtrado de los riñones –órgano representado por Libra– en el nivel del cuerpo humano) y ahorro de cara al invierno que se aproxima.
    En la primera mitad del Zodiaco se implican más los procesos vitales y corporales, en ésta son más necesarias capacidades artesanales, organizadoras e industriosas que favorecen desarrollos individuales más mentales y actividades sociales más culturales. Pasamos de una primera mitad que podemos asociar a lo material a una segunda más cerca de lo social, abstracto y espiritual.

Significado evolutivo: de 9 a 12 años

        En la fase Libra se da un proceso importante en el desarrollo humano. Libra se opone a Aries, el signo que comienza el Zodiaco y que representa el nacimiento y el yo. Libra significa un cambio importante en el niño y muy significativo en la meta del ser humano hacia la madurez. Hasta ahora el niño ha tenido una perspectiva egocéntrica de la realidad y de su entorno, las cosas y las personas las conocía en base a la referencia de sí mismo. A partir de ahora deja de estar centrado en sí mismo y empieza a darse cuenta del otro como de alguien que piensa y siente de manera diferente.
     Éste es un paso que a lo largo de la vida adulta tenemos que seguir completando pues, siempre hay cosas del otro que nos cuesta o nos negamos a ver, sobre todo cuando hay involucrados fuertes sentimientos. Este cambio de centro afectivo del niño, al separarle de lo inmediato, le permite comenzar el desarrollo de su mente abstracta (capaz de hacer operaciones ‘de cabeza’ y entender conceptos abstractos). Todo este proceso supone un cambio importante en el desarrollo de la vida; definitivamente pasamos desde una perspectiva interior a otra exterior y empezamos a adquirir normas y puntos de vista sociales y abstractos.
      La etapa que transcurre desde Cáncer a Libra completa otro ciclo de la conciencia. En la anterior fase Géminis el niño aprendía a conocerse a sí mismo, ahora lo que hace es conocer al otro y como resultado de ello –muy importante y paralelo– también empieza a conocer su yo interior y las diferencias entre sí mismo y el otro. Todo este proceso se ha dado porque desde la fase Cáncer (antes incluso en la fase Géminis) empieza a darse un proceso de socialización, primero a través de la familia (Cáncer) y ahora a partir de los iguales (Libra).
      El eje Cáncer-Capricornio representa las relaciones jerárquicas y el de Aries-Libra las relaciones igualitarias. La relación permite al niño aprender las diferencias individuales y la relatividad de la conciencia egoica (y el adulto sigue aprendiéndolo durante toda su vida).


3ª ETAPA DEL DESARROLLO DE LA CONCIENCIA

ESCORPIO

Simbolismo

     El signo de Escorpio simboliza la sexualidad, la transformación y la muerte. A través de la sexualidad se llega a la concepción de una nueva vida y esta nueva vida representa un ‘cambio de plano’, una inflexión en el ciclo de la vida. La muerte es el otro punto en donde se cambia de plano, donde se produce una nueva inflexión en el ciclo de la vida. En otoño toda la vida muere, pero al mismo tiempo, es enterrada la semilla que, germinando, dará vida a una nueva planta. En pleno signo de Escorpio, el 1 de noviembre, día de difuntos (o “de todos los santos”), es una festividad relacionada con este tema que nos viene de la más remota antigüedad anterior al cristianismo.
     Por todo ello el símbolo más genuino de Escorpio es el de la transformación en el ciclo de la vida. En el mundo bio-psíquico del ser humano tanto el nacimiento como la muerte pueden ser también simbólicos, por ello se habla de la ‘muerte del ego’ y del ‘renacimiento’ a una nueva vida. En el mundo psíquico esta muerte y renacimiento son vividos como si fueran reales, para el individuo que los vive son reales. La configuración energética que forma la estructura de la personalidad se deshace, se destruye, –mue­re– y el ser puede experimentar un periodo de angustia y de desorientación hasta que ‘renace’ con una nueva disposición energética en la estructura de su personalidad, más amplia que la anterior. A la personalidad escorpiana se le atribuye una vida interior intensa y conflictiva y una naturaleza profunda, hermética e insondable.

Significado evolutivo: de 12 a 15 años

      En el desarrollo humano el signo de Escorpio representa, como no era menos de esperar, la fase puberal con los cambios genitales y de estructura física que se dan en ella. La primera imagen física y psíquica que en niño recibe de sí mismo se da en el punto opuesto del Zodiaco, fases de Aries y Tauro. Ahora en las fases de Libra y Escorpio cambia la estructura física y psíquica, y el adolescente tiene que volver a asimilar su nuevo cuerpo y las consecuencias psíquicas que se producen en él.
     Escorpio, como signo de agua, lleva el arquetipo de la transformación hasta sus últimas consecuencias, las que implican, entre otras, los cambios biológicos. Nace así en el individuo, a esta edad, un conflicto intenso entre lo biológico, que retrotrae al individuo a la dependencia natural de raíces bioquímicas, y su evolución psíquica que lo habría de llevar a forjar su propia identidad e independencia. La lucha con, y la ambición por, la autoridad y el poder, que se da a esta edad, es un reflejo de este conflicto que está en la base de los problemas de la adolescencia y del ser humano en general. También es en esta etapa (Escorpio-Acuario) cuando el ser humano desarrolla la estructura de su ego. En la fase de Escorpio crece a través de las fijaciones e identificaciones egoicas, en la de Acuario tiene la posibilidad de desarrollar un ego más amplio integrando la dualidad cuerpo-mente.
      En la actualidad la mayoría de la humanidad ha evolucionado psíquicamente, en su conjunto, hasta la fase Escorpio en su estructura emocional y quizá hasta la de Capricornio en su estructura social. Por lo tanto los conflictos individuales de esta etapa se pueden prolongar indefinidamente, pues aquí estamos en la frontera de la humanidad.


SAGITARIO

Simbolismo

    Estamos en el arquetipo de la expansión que se expresa en un nivel físico (los sagitarios suelen ser grandes y altos, y comer mucho); psíquico (son personas alegres, optimistas, amigables, festivas, desinhibidas, entusiastas, ruidosas, estentóreas...); geográfico o territorial (les gustan los espacios abiertos, viajar hasta el confín del mundo o del universo y suelen embarcarse en cuantas situaciones prometan una pizca de aventura, –aunque hay un tipo de sagitario más conservador); mental y verbal (les gusta leer mucho, discutir o hablar incansablemente en lo que no pocas veces entran los relatos vívidos y exagerados de sus viajes o aventuras, muchos se interesan por cuestiones filosóficas, religiosas, políticas, leyes, etc. y suele gustarles ‘sermonear’ sobre su verdad); y afectivo (son unos enamoradizos empedernidos y nadie está seguro a su alrededor, aunque también les gusta el compañerismo y la camaradería con el otro sexo, también son muy generosos y afables).
      El arquetipo tiene que ver con el extranjero, las cuestiones internacionales, los estudios superiores, la comunicación vía satélite o Internet y las fronteras (que en otros momentos fueron las fronteras geográficas y ahora es la conquista del espacio). También con todo tipo de cuestiones suprapersonales, desde la leyes a las teorías científicas pasando por la religión y los asuntos humanitarios. Representa también los estudios universitarios (además, naturalmente, de los idiomas).

Significado evolutiva: de 15 a 18 años

     Sagitario aparece en el momento en el que el adolescente está empezando a buscar horizontes a su vida en todos los terrenos de los que se ha hablado en el párrafo anterior. Son notorias a esta edad las interminables discusiones –no exentas de ocurrencias jocosas y alegría– sobre todo lo habido y por haber entre los amigos y compañeros. Estas discusiones son, en realidad, monólogos a varias bandas en el que cada individuo defiende sus teorías, al igual como sucedía en la fase Leo en la que el niño defendía su ego en crecimiento. Esta fase configura la posición vital e intelectual del adolescente ante la vida, su toma de postura e ideales. Es un periodo de ampliación de la conciencia a través de la experimentación vital y del intercambio de mensajes e ideas[4].
      El caballo del símbolo de Sagitario está bastante desbocado en esta primera toma de contacto con el arquetipo. La educación debe estimular (sin reprimir) la transformación de las energías libidinales, recién adquiridas con la pubertad, en actividades y metas que le digan algo al joven. De lo contrario este ‘caballo desbocado’ puede ir a despeñarse o a perderse en parajes ignotos a través de todo tipo de excesos, que son propios del fuego mutable de este signo.
      La parte equina del centauro representa el cuerpo, la parte humana la mente y la flecha los ideales. En estos años sitúa K. Wilber el comienzo del proceso de integración mente-cuerpo, fase a la que, curiosamente, llama centauro. El joven es muy activo tanto física como psíquicamente y de estar en una cultura menos radicalmente dual como es la nuestra, aquí daría comienzo, más claramente, nuestra integración como personas que tiene lugar en esta tercera etapa del desarrollo de la conciencia.


CAPRICORNIO

Simbolismo: la industriosidad humana

     Con Capricornio empieza el invierno, la naturaleza se repliega y se queda desnuda y descarnada. Así son los capricornio: fríos, secos, enjutos, tristes y solitarios. Pero también es un periodo propicio para desarrollar y mostrar la industriosidad humana pues, ante la necesidad, sólo la inteligencia humana y el deseo de mejorar sus circunstancias hace que el hombre se afane por conservar lo que tiene y por aumentar sus recursos para conseguir una vida más confortable y segura. El nacimiento de Cristo y de muchos otros héroes y dioses de la mitología en diciembre (Mitra, Krisna, Agni, Apolo...), se puede interpretar como el símbolo del cambio que implica la respuesta humana a unas circunstancias que son iguales para todo el reino vegetal y animal. El reino natural se despoja o hiberna, el hombre recurre a otras soluciones. Así son los capricornio, responsables, ahorrativos y ambiciosos, todo les parece poco para su familia (aunque no se muestren afectivos como su signo opuesto Cáncer) y si su meta inmediata parece pequeña siempre hay otras detrás en una sucesión interminable.

Significado evolutivo: de 18 a 22 años

     En torno a las fechas de esta fase se sitúa, en la actualidad, la mayoría de edad y los años en los que el joven piensa en casarse y en establecerse laboralmente. Capricornio representa el final de la adolescencia y el principio de la edad adulta; cuando el joven empieza a expresar en la realidad una elección profesional y social. Para muchos se hará más efectivo el sentido de independencia, identidad e individualidad que proporcionó Sagitario, al poderlo llevar a la práctica en el plano material. Ya se acabó su infancia y su adolescencia, ahora empieza el ‘invierno’ de sus responsabilidades ante la vida y ante sí mismo.
      Enfrente está el signo de Cáncer cuya fase correspondía a los años en los que el niño empezaba a tomar noción de la familia y desarrollaba su socialización a través de ésta. Ahora el joven tiene, en el punto opuesto del Zodiaco evolutivo, la oportunidad de cumplir lo que en su momento expresó en el “quiero –o no quiero– ser como mi papá o mi mamá”. Cáncer representaba el grupo, la familia, el lugar de origen; ahora Capricornio representa la corporación profesional, las ambiciones sociales, la dirección hacia donde construimos y dirigimos nuestra vida.
    En el trabajo se pueden reproducir comportamientos que el niño tuvo con sus padres (ahora con los jefes) y sus hermanos (ahora los compañeros) en una nueva elaboración edípica. El resultado habitual y corriente del desarrollo humano es la formación de la propia familia y la asunción de las responsabilidades adultas ante la sociedad que dimanan de la propia capacidad personal desligándose, en alguna medida, de la tutela familiar y del grupo de origen. El individuo se hace más consciente del macromarco social en el que se encuentra.
    Así como el niño tomaba conciencia de su yo al acceder al conocimiento del otro en Libra, hay un momento en la vida, conforme se desarrolla el propio grupo familiar, que se toma conciencia del lugar de origen y de los padres; lo que permite ver a estos de otra manera, al mismo tiempo con distancia (ya no es el niño que depende de ellos) y afecto (ya no es el joven que lucha contra ellos). En un proceso continuado de crecimiento, buscando horizontes más amplios, más lejanos, esto significa también la iniciación de una evolución que nos llevará a una mayor autorrealización, tal como lo entiende la psicología humanista.


ACUARIO

Simbolismo

    Es el símbolo de la independencia, de lo individual y de lo nuevo. Al mismo tiempo representa un alto grado de conciencia social. Integrar estos dos valores tan aparentemente opuestos es el gran poder del símbolo de Acuario. Viene a significar que sólo la sociedad será auténticamente humana cuando todos sus individuos puedan expresar sus potencialidades, cuando puedan autorrealizarse, lo que incluye un aumento de la sensibilidad para lo personal y para lo social, al mismo tiempo, sin que lleguen a interferirse ni sean incompatibles (las dos líneas paralelas ondulantes de su símbolo).
     Las lluvias y, sobre todo, las nieves de este periodo del año serán las que fecundarán, con el deshielo, los campos en la próxima primavera. De ahí el símbolo de este signo, el aguador; pero no es sólo un símbolo natural, también representa el agua de los sentimientos incorporada a la consciencia racional que fecunda otro nivel de la existencia, el espiritual.

Significado evolutivo: de 22 a 26 años

      Si contamos el crecimiento humano a partir de la concepción, Acuario es el último signo del primer ciclo de evolución. Si lo contamos a partir del nacimiento todavía nos quedará una fase por cumplir: la segunda de Piscis. Tanto da que lo enfoquemos desde un punto de vista o desde otro, en cualquier caso un importante cambio en el desarrollo humano se empieza a producir ahora.
   El tercer nivel de la conciencia que se puede alcanzar en esta fase (la humanidad en conjunto no ha llegado a él) representa el último peldaño del desarrollo personal. A partir de la próxima fase se empieza el desarrollo espiritual o transpersonal. En esta fase el joven puede tomar dos caminos: la inclinación más social del arquetipo lo lleva a afianzarse en el proceso de su desarrollo social y profesional. Una mayor seguridad en el trabajo y en el desempeño de su labor, el casamiento, los hijos, el cambio a su propia residencia y las nuevas relaciones que de todo ello se derivan.
    La inclinación más individual del signo lleva a algunas personas a replantearse (ahora o algo más tarde, por ejemplo en la siguiente fase Aries) su papel en la vida y en la profesión. La profesión elegida puede haber estado influenciada por los arquetipos más institucionales de Cáncer y Capricornio; pero ahora, como ocurría en Leo cuando el niño empezaba a ser él mismo e independizarse afectivamente de sus padres, el joven puede tener otro impulso en el mismo sentido y la proyección de este impulso implicará un cambio sustancial en sí mismo y en su proyecto de futuro.
   En Géminis se produjo la conciencia de la dualidad masculino-femenino. En Libra se desarrolla la conciencia de la dualidad yo-otro. Ahora en Acuario se puede desarrollar la conciencia de la dualidad individuo-colectividad. Todos ellos son signos de aire y tienen que ver con el entorno en el que crecemos. A partir de la fase Acuario podríamos desarrollar la capacidad para lo que Wilber llama lógica imaginativa que implica una unión del elemento aire (lógica) del signo con el agua (sentimientos) que derrama su símbolo. El resultado es  transverbal, transmental y transemocional, una integración de lo que Jung expresa como polaridad de las funciones del sentimiento y el pensamiento. El desarrollo de este nivel implicará la aparición de una cualidad de la conciencia capaz de situar al individuo como observador de sus propios procesos mentales y emocionales.


EL DESARROLLO DE LA CONCIENCIA

     Esta etapa (Escorpio-Acuario) es muy importante para el desarrollo de la conciencia[5]. En las anteriores etapas se han adquirido capacidades bastante comunes hoy en el género humano. Pero la presente está por desarrollar. Esta etapa marca el límite al que ha llegado el desarrollo consciente del ser humano. Actualmente todas las psicoterapias humanistas están muy interesadas en el desarrollo de esta fase. Los términos autorrealización, desarrollo de las potencialidades, etc., están muy vinculados a los procesos que se desarrollan bajo los símbolos de estos cuatro signos.
     Como vimos en la fase Libra en el/la chico/a se produce un descentramiento afectivo gracias al cual desarrolla la diferenciación entre sí mismo y el otro, el conocimiento de su yo interior y la capacidad para las operaciones abstractas (todo ello muy relacionado con la capacidad para el desapego del elemento aire). El signo de Libra marca el punto de culminación de la escisión en dos de la conciencia humana (el otro y yo) que ya había empezado a generarse en Géminis.
      Al producirse esta escisión el ser humano tiende a tomar partido por una característica de su psique rechazando la que se le opone. En este momento del desarrollo esta actitud es absolutamente necesaria, está ligada al desarrollo de la propia identidad e individualidad (entre otras cosas ligada a la identidad sexual). De esta forma la característica opuesta se niega, se olvida y se trata de ocultar; se la arroja a lo que Jung llama la sombra.
      El lado obscuro de Escorpio representa simbólicamente esa sombra[6] que puede ser tanto negativa (rechazamos lo negativo y violento de Escorpio) como positiva (rechazamos, desde la identificación con Escorpio, nuestro lado blando, sensible, infantil, etc.). Escorpio representa la dualidad sombra-persona[7].
   Sagitario representa la dualidad mente-cuerpo, Capricornio las dualidades razón-fantasía y realidad-sueños y Acuario la dualidad pensamiento-sentimiento. Durante esta fase de crecimiento lo habitual, en nuestro estado actual de desarrollo como especie, es identificarse con una parte de estas dualidades y rechazar la otra. Pero el desarrollo completo de esta fase implicaría la exploración de ambos opuestos (es una labor del fuego mutable de Sagitario y de su impulso hacia la búsqueda de la experiencia) y la posterior integración de ambos en una unidad de conciencia mente-cuerpo. Algo de esto se da, aunque mal guiado y sin conciencia del proceso (tanto por parte de los adolescentes como de los adultos, porque estos tampoco han completado esta etapa de la conciencia) en el afán experimentalista del joven ya sea en el terreno sexual y físico como en el ideológico.
      En la fase Géminis desarrollábamos la capacidad abstracta para el lenguaje, en la fase Libra la capacidad para las operaciones abstractas. En la fase Acuario tenemos que desarrollar la capacidad para lo que Wilber llama lógica imaginativa[8] (lógica: aire, e imaginativa: agua) que implica una unión del elemento aire del signo con el agua que derrama su símbolo[9]. Este desarrollo implica un proceso que va más allá del aire y del agua (transverbal, transmental y transemocional), una integración de lo que Jung expresa como polaridad de las funciones del sentimiento y el pensamiento. El desarrollo de este nivel implica la aparición de una cualidad de la conciencia capaz de situar al individuo como observador de sus propios procesos mentales y emocionales.
    Es esta capacidad de observador la que permite andar por el camino del desapego de las exigencias del ego. La identificación, en esta etapa, con una de las partes de la dualidad que se ha conocido en Libra, es la que marca la adhesión (emocional y pasional de Escorpio) a pautas de conducta egoica (que no hay que confundir con egoístas –aunque muchas veces sean lo mismo– pues la generosidad compulsiva, por ejemplo, es también una pauta de conducta egoica).
     El proceso de desarrollo de la autoidentidad es un proceso egoico y tiene su tiempo en el desarrollo humano; pero más allá de él tenemos que desarrollar la capacidad para sentir, pensar y actuar ‘de esta manera y de la contraria’, a reconocernos en cada instante (en el aquí y ahora gestalt) en la polaridad amor-odio que diría Freud. Sólo de esta manera nos daremos cuenta de la escasa entidad que tienen las identificaciones del ego; cómo nuestros pensamientos y sentimientos fluctúan entre polos opuestos (contradiccio­nes) y cómo la mayor parte del tiempo no lo queremos reconocer ni darnos cuenta de ello porque atenta contra nuestra propia imagen y contra ‘lo que es correcto’ socialmente.
     Naturalmente superar aquellas identificaciones de nuestro ego más habituales en nosotros (más cargadas emocionalmente y que más nos motivan) supone un sacrificio dolorosísimo, típico de la naturaleza sadomasoquista de Escorpio[10], que no siempre estamos dispuestos a sufrir (con frecuencia nos oponemos a ello de manera totalmente inconsciente a través de las actitudes de defensa generadas por nuestro ego que quiere seguir siendo el que es).
     Desde el punto de vista de la moralidad social (del relativo ‘punto de vista moral’ que en cada sociedad es distinto) esta capacidad ubicua para estar en un punto de vista (en ‘un lugar’, en una emoción...) y en el contrario, implica una cierta actitud amoral (no, necesariamente, inmoral). Pero ésta es una consecuencia inevitable de la trascendencia del propio ego; si uno llega a ser capaz de percibir la propia relatividad de su ego es inevitablemente capaz de percibir la relatividad de la cultura en la que está inmerso (muy típico de la dualidad individuo-sociedad que representa el símbolo de Acuario) que es la que ha forjado una gran parte de ese ego (la función Libra de los pares –los iguales– en la pubertad) mediatizándolo a través de innumerables normas y exigencias sociales[11].
    Esta conciencia no implica, aunque pueda parecer así, una libertad absoluta. Al contrario la propia conciencia es habitualmente más exigente que la que demanda la sociedad; aunque en aquellas cosas en las que esta conciencia choca con la norma social el individuo puede aparecer como muy libertino, desconsiderado, insolidario, y un largo etc., a los ojos de esa misma sociedad (nuevamente tocamos el símbolo de Acuario) que se mostrará mucho más relajada en otras cuestiones muchas veces más importantes para la visión de una conciencia global.
    Este nivel de conciencia y de capacidad de abstracción, es posible, evolutivamente, alcanzarlo en la fase de Acuario (al menos un primer esbozo del mismo) y conforme la humanidad vaya evolucionando esto será cada vez más factible. La psicología de Ken Wilber corrobora esta última afirmación; sus etapas de evolución coinciden de una manera bastante aproximada con las fechas y los procesos que se derivan de la espiral evolutiva.


4ª ETAPA DEL DESARROLLO DE LA CONCIENCIA

DE PISCIS A GÉMINIS

La segunda fase Piscis se produce en los últimos años veinte (26-30 años). Es un periodo en el que, nos confirma Rappoport[12], aparece un sentimiento de pérdida de las ilusiones de la juventud y según algunos psicólogos de EE.UU. se produce un notable incremento de las ‘experiencias subjetivas’. En numerosas biografías aparece como una etapa de retiro, de renuncia e incluso de aumento de las posibilidades de una experiencia mística o experiencia cumbre. Puede haber una enfermedad grave de un familiar o propia, o un periodo de cierto aislamiento o reclusión por causas propias o ajenas.
      También hay inclinación hacia la espiritualidad, el humanismo, el yoga los regímenes vegetarianos o similares, el servicio, las obligaciones, etc. Cuando menos es un periodo de desorientación y de búsqueda interior que nos obliga a replantearnos nuestra vida y nuestras ilusiones.

La segunda fase Aries empieza a los 30 años y se prolonga hasta los 35. En ella se nota un nuevo impulso hacia la vida, un deseo de independencia o de empezar una nueva vida que puede llevar a rupturas de todo tipo y/o al comienzo de una nueva orientación en los propios asuntos, ya sean personales, sociales, laborales o de nuevos estudios e intereses. También puede ser un periodo favorable para una relación de pareja o para establecer una asociación (el signo opuesto es Libra), aunque siempre marcado como una contribución a la propia independencia o realización. Se recupera el deseo de autoafirmación que se expresa a través de insistentes demandas egoicas en esta fase y en las siguientes.

La segunda fase Tauro, de los 35 a los 40 años, es marcadamente hedonista y consolidadora. Lo que en la fase anterior ha sido dinamismo y energía se convierte ahora en una cierta dosis de búsqueda placentera de la vida. El individuo tiene una sensación de aplomamiento y deseos de disfrutar de la vida, un mayor sentido de calma que rechaza las prisas. Puede haber una afirmación de la situación económica o una búsqueda de una orientación que lleve a la misma. En la fase anterior se han podido recuperar algunos sentimientos, recuerdos o ilusiones infantiles (o juveniles) y con ellos también algunos ‘deseos perversos’, aunque esa recuperación es más notoria en esta fase y en las posteriores.

La segunda fase Géminis se desliza entre los 40 y 45 años. Tiene mucho de recuperación de contactos con las personas o lugares próximos (vecinos, amigos...) o infantiles (vuelta o recuerdos del lugar de origen). Esta recuperación tendrá lugar a un nivel más profundo y afectivo en la fase siguiente de Cáncer; ahora se produce a un nivel de curiosidad mental vagamente afectiva. Deseos de estudiar de nuevo o de poner en el papel la propia experiencia profesional o vital. Salvo excepciones la persona tiende a restringir sus desplazamientos o grandes aspiraciones y se hace más local y más cotidiana; empieza a preferir, en ocasiones al menos, una reunión en casa con los amigos a una cena fuera o una salida de fiesta.


EL DESARROLLO DE LA CONCIENCIA

     En esta fase la vida puede seguir aparentemente su curso cotidiano sin mayores sobresaltos ni cambios importantes; pero el individuo, con mayor o menor énfasis, se empieza a hacer preguntas (sobre todo desde la fase Tauro) sobre el sentido de la vida, la muerte, las aspiraciones del ser humano y todas esas cuestiones trascendentes de las que nos acordamos a veces. Si nuestra vida discurre sin sobresaltos no solemos hacerles mucho caso todavía; pero si alguna circunstancia de la misma vida (muerte, accidente, enfermedad...) nos ocurre, podemos vernos obligados a tener que planteárnoslas de una manera más seria. Naturalmente nuestro desarrollo personal nos ha podido conducir, de una manera natural, hacia este tipo de cuestiones.
      En esta etapa se da una contradicción curiosa. Por una parte al volver a la segunda fase Piscis (ya puede haber tenido algunos planteamientos de tipo más mental en la anterior fase Acuario) el individuo (con mayor o menor consciencia) se ha abierto hacia la conciencia de la unidad, hacia la experiencia de integración de la realidad exterior e interior en una sola conciencia o en una experiencia paralela o simultánea.
     Por otra parte tres de los símbolos por los que va a discurrir esta etapa (Aries, Tauro y Géminis) son marcadamente egocentristas. La explicación que he encontrado para esta contradicción es la siguiente: En esta etapa el desarrollo de la conciencia tendría que llevar al individuo hacia una conciencia transpersonal en la que el ego se reduce frente a un campo de conciencia en el que se ve contenido; de otra manera: el sentimiento de ego pierde la supremacía que ha tenido hasta ahora ante la evidencia, que ya no puede ser psíquicamente negada como hacemos en los años mozos, de que las cosas responden a nuestros deseos y necesidades de una manera mucho más parca de lo que habíamos creído en nuestra juventud.
     Para resolver esta situación, tanto si es negada como si, a la postre, tenemos que rendirnos a ella y la aceptamos, el individuo tiene que afincarse en un sólido yo. Podemos negar esta sensación y reforzar nuestro ego aislándonos cuando lo que deberíamos hacer es abrirnos hacia el sentimiento y la experiencia de comunidad. O podemos aceptarla y darnos cuenta de que estamos contenidos en un campo de conciencia que nos engloba y que es portador de una sabiduría infinita.
     Aceptando esta situación podemos participar de esa sabiduría infinita, pero, y esto es lo importante, para no vernos absorbidos por la potencia de este campo y quedar reducidos a un apéndice de él[13] tenemos que diferenciar nuestro yo del campo de conciencia o, en palabras de Jung, del sí mismo. Para ello tenemos que seguir desarrollando nuestro yo, pues un yo débil se verá absorbido por la potencia energética del campo de conciencia[14] y se atribuirá el poder de éste[15] (Jung lo llama inflación del ego y es una experiencia inevitable en el transcurso del desarrollo –como lo es la sexualidad en la fase Escorpio–, otra cosa es que se tome o no conciencia de ella).
      En la etapa anterior del desarrollo de la conciencia el ser humano podía integrar aspectos duales que se referían preponderantemente a su propia persona o a aspectos teóricos, mentales o abstractos de la conciencia. La finalidad de esta etapa de la conciencia es culminar la integración de las dualidades básicas del ser humano que lo implican con el entorno, tanto de tipo psíquico interno (anima-animus, subjetivo-objetivo...) como social (sujeto-objeto). Con ello podremos empezar a movernos en la vida con una conciencia de unidad con el entorno aún cuando en nuestro comportamiento cotidiano aparente sigamos actuando dualmente (no podemos hacerlo de otra manera).


5ª ETAPA DEL DESARROLLO DE LA CONCIENCIA

DE CÁNCER A LIBRA

     De esta etapa tengo bien poco que decir, quizá porque yo mismo no la he vivido completamente todavía[16], pero tampoco hay muchos datos en los estudios que los psicólogos hacen del desarrollo humano. Sobre la vejez o ancianidad sí hay un sinnúmero de estudios, pero esta etapa parece un erial. Cualquier lector con un buen manejo de los símbolos zodiacales podrá sacar un buen número de circunstancias y significados de las distintas fases de esta etapa.

La segunda fase Cáncer  (45-51 años) acentúa nuestros sentimientos de familia, de grupo, la sensibilidad emocional del niño que llevamos dentro y que desea, al mismo tiempo, salir y ser protegido (aunque nos resistimos a concienciar plenamente esto). El deseo del hogar, del pasado, del lugar de origen, etc. Las relaciones familiares pueden cambiar pues suelen aparecer, alrededor de estos años, yernos, nueras y nietos. También se sitúa en torno a esta fase la aparición del climaterio y la menopausia (en otro signo de agua, como la sexualidad en Escorpio).

La segunda fase Leo (51-57 años) marca, como el signo nos dice, un periodo de madurez, de plenitud y, en muchas ocasiones, de poder. También podemos volvernos extremadamente rígidos si nos hemos impedido evolucionar adecuadamente durante la etapa anterior. Se obtiene una nueva calidez en la vida y una nueva camaradería (reflejo de Acuario) con la pareja y con los amigos más íntimos. El paso por Cáncer y Leo puede darnos un cambio en la relación con nuestros padres, gracias al cual nos sintamos más cerca de ellos y los comprendamos mejor; esta comprensión también mejora las relaciones con nuestra pareja porque podemos dejar de proyectar en ella nuestros conflictos edípicos (si no nos ha ocurrido ya antes).

La segunda fase Virgo (57-63 años) está desierta en psicología evolutiva, por lo que sólo cabe especular acerca de ella. Pueden empezar a ser importantes o a preocuparnos los problemas de salud. Podemos trasmitir nuestros conocimientos a la generación que nos va a sustituir en el mundo laboral y podríamos empezar a aprender o a plantearnos cosas que nos habrían de resultar útiles tras la jubilación.

La segunda fase Libra (63-70 años) y siguientes (Escorpio 70-77 años y Sagitario 77-84 años)[17] coinciden, en nuestra cultura, con a jubilación y con una reorientación de las actitudes hacia la vida bastante importante. Rappoport y otros muchos psicólogos destacan el paralelismo entre esta fase de la vida y la adolescencia (que tuvo lugar en estos mismo signos en el primer ciclo espiral). La estimulación y la relación favorecen la salud y la conciencia del anciano. Se vuelve a plantear el tema de la dualidad yo-tú, y parece haber un conjunto doble de orientaciones valorativas a esta edad; también reaparecen las preguntas sobre el sentido de la vida (Sagitario) y una búsqueda de síntesis y de coherencia consigo mismo (temática integradora de la tercera etapa de la conciencia que vuelve a aparecer ahora de nuevo en la sexta: Escorpio, Sagitario...)


EL DESARROLLO DE LA CONCIENCIA

      Antes de empezar a escribir sobre esta etapa tengo que decirles que lo que leerán más abajo es bastante especulativo. Esta es la primera vez que trato el tema. En mi libro El desarrollo de la conciencia todavía era incapaz de abordar un nivel de conciencia superior al sutil, el que Wilber llama causal. Ahora soy consciente de las carencias del nivel sutil, pero no tengo todavía tan claras las virtudes del nivel causal. No obstante abajo les expongo las conclusiones –provisionales– a las que he llegado.
   En esta etapa podríamos ubicar la superación e integración de los tres niveles de conciencia representados por los tres símbolos de agua. Esto es lo que, a mi entender, se desprende de las afirmaciones que Wilber hace, con otras descripciones, al respecto de niveles superiores al sutil. Uno de los primeros conceptos a los que llegué, en un momento dado, fue que esta etapa representa la superación de la dicotomía ego-no ego. El ego como representante de la fase de Escorpio, el no ego como correspondiente a la fase de Piscis. Posteriormente he comprendido que una integración de este nivel tiene que incluir los tres símbolos y experiencias de agua: Cáncer, Escorpio y Piscis, y no sólo como ejercicio intelectual sino, y sobre todo, como vivencia personal; aceptando ser al mismo tiempo niño, hombre y dios (niña, mujer, diosa), y pudiendo permitirse ser, según las ocasiones de la vida cotidiana, ya sea niño, hombre o dios; aunque, eso sí, respetando cuando se actúe de una de las tres maneras a las otras dos, lo que, desde luego como todos sabemos, no es nada fácil.

Hombre y Dios

      En mi propia evolución personal y profesional he estado en contacto con grupos terapéuticos de psicología y con grupos espirituales. Los primeros se dedican, sobre todo, a trabajar con el nivel del ego (hombre), los segundos con el nivel transpersonal o del no-ego (dios).
      En general los primeros son incapaces de percibir cualquier manifestación integradora de la personalidad que vaya más allá del nivel del ego. Reducen toda situación a los factores duales componentes de la personalidad (sexualidad, ambición, poder, amor, odio...). Como dice Jung, incluyen el estudio de las catedrales en un tratado de mineralogía. Los segundos, por el contrario, son incapaces de percibir la dinámica egoica personal que se encuentra detrás de cualquier individuo por muy espiritual que sea, incluidos los llamados santos o gurues. Parafraseando a Jung, piensan que las catedrales están hechas del humo de los incensarios. Esta autoignorancia, personal e institucional da lugar a situaciones absurdas de celos, odios, ambiciones de poder, etc., encubiertas bajo ropajes de santidad.
     Aquí es donde viene a ser aclaratorio el símbolo de Cristo, hombre y dios a la vez, y la frase del Evangelio de “dar a Dios lo que es de Dios y a Cesar lo que es del Cesar”. Interpretado en clave psicológica significa que tenemos que trabajar en ambos niveles de la realidad. Que no podemos, por mucha facilidad que tengamos para la meditación o las experiencias místicas y visionarias, olvidarnos de que tenemos sin resolver la trastienda egoica de nuestra psique, y creamos que con nuestro ‘nivel superior de conciencia’ lo tenemos ya todo superado. Y tampoco podemos encerrarnos, como hacen muchos psicólogos, en una línea de interpretación basada en lo obvio (sexualidad, poder, ambición...) y no ver la trascendencia del ser humano hacia niveles de conciencia integradores. Por poner un ejemplo que utiliza el mismo Jung, los símbolos y gesticulaciones sexuales representan para el ser humano muchas cosas además de la sexualidad, cosas, con frecuencia, también de tipo espiritual o que pretendan trascender lo egoico.
      El conflicto se plantea entre los símbolos de Escorpio (el desarrollo de la autoidentidad egoica en la adolescencia) y Piscis (el desarrollo de la espiritualidad o conciencia transpersonal). Existe un conflicto, por todos conocido, entre los símbolos de Cáncer (afectos y dependencia familiar y, sobre todo, materna) y Escorpio. El individuo que no se ha desapegado del nivel de conciencia que representa Cáncer no puede realizar suficientemente su relación sexual y de pareja, el que se enciega en la óptica de Escorpio invade y perturba con sus apetencias la esfera infantil y familiar (incesto, pederastia, explotación infantil...).
     Algo análogo podemos decir de la dualidad Escorpio-Piscis. La persona que no supera la dependencia egoica de los apegos no puede entender y realizar la conciencia transegoica, transpersonal, espiritual; la que se ‘enciega’ en la óptica espiritual es incapaz de respetar las barreras del ego e invade las conciencias individuales con la misma falta de sensibilidad del pederasta o incestuoso del nivel anterior. Como bien sabemos por los sucesos ocurridos con las sectas, pueden anularnos nuestro ego e, incluso, llevarnos al suicidio; pero en un nivel cotidiano hay muchísimos ‘salvadores’ y muchísimos ‘discípulos’ tratando constantemente de ‘vendernos su moto’.
      Al igual que el incestuoso o el pederasta que no quieren confesar su perversión, estos salvadores no pueden admitir las debilidades de su gurú (que también tiene su parte de hombre). Al identificarse con el gurú hacen suya cualquier manifestación de él y no soportan sus debilidades (se pasan el tiempo justificándolas) porque sería como admitir las suyas propias. Muchas personas no pueden soportar sus propias debilidades y se buscan un ‘gurú perfecto’ y al identificarse con él se creen ellas también perfectas (aquí, con frecuencia, el único que se sabe no perfecto es el propio gurú). Rechazan precisamente uno de los significados más importantes del símbolo de Piscis, su debilidad (debilidad que es sólo aparente, sólo se percibe como tal desde la óptica egoica de Escorpio que no puede aceptar la debilidad propia y la ajena, pues para ello tendría que pasar antes por una purificación plutoniana sadomasoquista).
     Así pues, somos hombres y dioses, y también niños (Cáncer). Como niños  tenemos derecho, en muchas ocasiones de nuestra vida, a sentirnos débiles y angelicales y a desear una mamá que nos mime (y ¡hay! si nos negamos esta verdad psicológica). Como hombres tenemos derecho a un ego, a nuestras ambiciones, agresividad, deseos de poder, de éxito, sexuales... a equivocarnos; en una palabra: a ser malos’ o demonios (y ¡hay de nosotros! si nos creemos que somos tan perfectos que ya hemos superado nuestro ego). Como dioses tenemos derecho a sentirnos en comunión con esferas de la emoción y de la comprensión que trascienden nuestro ser individual y a tratar a todos con amor y beatitud, a ‘ser buenos’ o santos en términos sencillos (lo que, con frecuencia, es más difícil que ‘ser malos’). Pero como seres completos somos ángeles, demonios y santos.
      El agua es un elemento particularmente ‘disolvente’ y ‘promiscuo’ y el trígono (triángulo equilátero) que enlaza al elemento no facilita la discriminación de los distintos niveles y afectos. Pensar que uno es más importante que otro es una estupidez que sólo justifica la ignorancia. La verdadera trascendencia no es la espiritual, éste es sólo el primer paso, más allá de ella se encuentra una etapa en la que se funden los tres niveles de agua (y al mismo tiempo están separados y discriminados en la vida real). Es, como dice el Zen, “cuando vuelvo de la iluminación, las montañas vuelven a ser montañas, los ríos, ríos y los hombres, hombres”. Primero tenemos que experimentar los tres niveles de agua: Cáncer (niño), Escorpio (adulto) y Piscis (dios) y luego integrarlos y superarlos. Según Wilber esta superación se produce en la que llama etapa causal cuya posibilidad de emerger sitúa a partir de los 35 años (segunda fase Tauro); yo me inclino más a ubicarla en esta quinta etapa del desarrollo de la conciencia, aunque esto es sólo una opinión personal.
      Según estas reflexiones sospecho que la meta del ser humano está más allá de lo que comúnmente se llama espiritualidad (que es, en la práctica común que de ella se hace, un símbolo claramente pisciano) pues la integración de los tres niveles de agua apunta más allá de lo meramente espiritual. Desde este punto de vista el ‘placer místico’ que se obtiene tras una experiencia cumbre no es más importante (podemos admitir que más sofisticado y sutil, pero no más importante) que el placer infantil que obtiene el niño con su madre o el placer sexual del adulto. Al igual que el placer infantil de adhesión a la madre debe ser distanciado (que no negado) para acceder plenamente al placer sexual, así debe ser distanciado el placer sexual (y de los apegos egoicos) para acceder al ‘placer místico’; pero en el curso de la evolución también este placer debe ser distanciado (por muy sublime que nos parezca) para acceder a un estadio posterior en el que el triángulo de agua se armonice sin sojuzgarnos.
      Muchos cuentos sufíes y orientales nos hablan –mediante símbolos de gemas y otros– del neófito que se pierde en el ‘placer místico’ en su camino de evolución[18]. Este placer es tan intenso y la comprensión que produce es tan profunda (como la diferencia entre el adolescente movido por las emociones del sexo y el niño que no se entera de qué va) que no es de extrañar que nos quedemos atrapados en él –confundiendo dentro de nosotros nuestro ser y lo que llamamos Dios–, y nos sintamos por ello superiores a los demás. No es malo el sentimiento de superioridad en sí (como no es malo que el adolescente se sienta superior al niño, es que es una evidencia biológica imposible de negar) lo que es malo es que usemos esa superioridad para abusar de los demás queriéndolos salvar (como muchas veces el adolescente o el adulto abusa del niño en el terreno sexual o en cualquier otro al que lo someta), es como si quisiéramos salvar al niño de su condición de niño dándole antes de tiempo su futura condición de púber.


Bertalanffy, (1968, tr. 1979): Perspectivas en la teoría general de sistemas. Madrid. Ed. Alianza

Apéndice

DIVISIONES MAYORES DEL ZODIACO

Describiré en el presente capítulo la tradicional división de los doce arquetipos zodiacales en cualidades y elementos, y otras más que se suelen utilizar. Estas divisiones al implicar pautas de conducta más generalizadas se refieren a características más universales y por lo mismo más profundas, comunes a varios signos cada una de ellas, por lo que son previas a la división en doce de la estructura zodiacal. El siguiente cuadro da cuenta de ellas:




La secuencia zodiacal en orden, empezando por el comienzo del año natural, en primavera, tal como se hace en astrología, es como sigue:

 1 Aries             4 Cáncer            7 Libra              10 Capricornio
 2 Tauro            5 Leo                 8 Escorpio         11 Acuario
 3 Géminis         6 Virgo              9 Sagitario        12 Piscis


CUALIDADES

Vamos ahora a definir los términos de la siguiente división, la de los elementos, según la astrología tradicional:

La división en cualidades que delimita en el Zodiaco cuatro partes, coincide con la división del año en cuatro estaciones y el inicio de cada estación viene dado por el comienzo de cada uno de los signos cardinales. Aries por la primavera, Cáncer por el verano, Libra en el otoño y Capricornio para el invierno. Estos cuatro signos delimitan cuatro cuadrantes en el círculo zodiacal que tienen su dinámica propia y diferenciada.

Vamos primero a definir las características de las cualidades:

Cardinal: su característica fundamental es la de actividad, iniciativa, decisión, comienzo, energía, empuje, espíritu de empresa, conquista, etc.

Fijo: consolidación, estabilidad, aumento, solidez, firmeza, voluntad, conservación, constancia; la obstinación que impide el cambio pero si éste sucede suele ser radical y profundo.

Mutable: el cambio, la crisis, la búsqueda. Adaptación, flexibilidad, inteligencia. Variabilidad, desorientación y encuentro; multiplicidad, inestabilidad, etc.

Ninguna secuencia o relación entre los distintos componentes del Zodiaco se muestra ociosa o irrelevante. Así pues podemos encontrar una dinámica evolutiva y de cambio en los lugares donde miremos, sólo hace falta captar la esencia de su significado. Así pues vemos que en lo que se refiere a las cualidades, la ordenación es cardinal-fijo-mutable-cardinal...; esto ha de mostrar una cadencia de actitudes o etapas de evolución de los asuntos que competen al hombre o en el hombre mismo, pues como ya hemos dicho lo que tratamos de descubrir es el cambio, el fluir de la naturaleza y no sus significaciones tradicionales, estáticas y aisladas, tal como quedan las definiciones más arriba expresadas de las tres cualidades.


 Fig. 4: en esta disposición se ve cómo las distintas divisiones del Zodiaco conforman una estructura regular muy sugerente de armonía y cohesión interna.

Así pues tenemos en un primer momento de una situación, un proceso, un desarrollo, etc., una actitud cardinal, es decir activa y emprendedora, con la que tratamos de lograr aquello en lo que hemos puesto nuestras aspiraciones; posteriormente viene la consolidación y disfrute de los logros obtenidos, es el signo fijo. Pasaremos después a una fase de crisis, cambio o búsqueda, que nos habrá de llevar a fijar nuestra atención en otro logro hacia el cual emprenderemos una nueva acción o etapa cardinal y así sucesivamente.

Esta secuencia donde más claramente ha sido descrita, (hasta donde llega mi información) es en sociología. Las etapas de evolución de las sociedades humanas coinciden con las tres fases aquí descritas; si bien, a mi entender, toda actividad humana, en líneas generales, pasa por ella. Los sociólogos pues, describen como partiendo de una sociedad estable y organizada (fase fija), llega un momento en que entra en crisis (en mayor o menor grado), cuestionando sus fundamentos y valores (fase mutable) y acaso destruyéndolos; cómo des­pués pasa a una etapa constructiva (fase cardinal), en la que se erige una nueva situación, lo que una vez logrado proporciona a la sociedad una etapa estable en la que reina la paz y el disfrute. Con el tiempo la estabilidad se vuelve rigidez, el avance social se paraliza y deviene necesariamente una nueva etapa de crisis y así sucesivamente.

ELEMENTOS

Fuego: es la manifestación vital de la naturaleza; implica vigor, confianza, energía, optimismo, extroversión, alegría; poder, dominación, lucha, conquista, agresividad, autoridad, independencia, individualidad.

Tierra: es la encarnación de las fuerzas vivas en la naturaleza concreta. Representa la materia, lo sólido, la condensación y concentración. Los signos de tierra son prácticos, firmes, prudentes, metódicos, perseverantes y utilitarios. Nos habla de la materia que sostiene la vida y también de sus límites. Es el elemento que representa la realidad.

Aire: es el elemento que se despega de la biología o la materialidad para acceder a niveles más abstractos. Representa la inteligencia, la comunicación y la relación. Es móvil, adaptable, mental e inventivo. A veces tiende a apartarse de la realidad y vivir en un mundo de conceptos.

Agua: es el elemento que representa el caos primigenio, origen de la naturaleza y de la vida. Si el aire se aleja de la realidad hacia “arriba” el agua lo puede hacer hacia “abajo”. Conecta con el mundo del inconsciente, de los sueños, de los sentimientos y emociones pasivos, de la fantasía, de la idealización romántica. Suele dar gran sensibilidad e introversión, empatía y capacidad de conexión con lo que se conoce por el mundo psíquico (clari­vi­dencia, telepatía, precognición, capacidades curativas naturales, mediumnidad, etc.). Es pasivo, conservador y temeroso.

A su vez los elementos de fuego y aire pueden ser calificados de extrovertidos (o según otras nomenclaturas que tienen un significado análogo: masculinos, positivos o yang) y los elementos de tierra y agua como introvertidos (o bien femeninos, negativos o yin).

A estas divisiones tradicionales, añado otra que me parece bastante obvia: a los elementos de agua y fuego los considero emocionales, a los de tierra y aire, cerebrales. Las características emocionales del agua y del fuego, con ser muy distintas, no invalidan el término. El agua es soñadora, sensitiva y receptiva; vive emotivamente el mundo interior. El fuego es ardoroso, entusiasta y pasional; vive emocionalmente proyectado al exterior. En ambos casos los impulsos prevalecen sobre la reflexión, lo instintivo sobre lo racional. La forma cerebral de los signos de tierra, está apegada a la realidad material, tiene que ver con todo lo que se puede “contar, medir o pesar”. La de los signos de aire es más intelectual y abstracta, sus capacidades verbales y la captación de las ideas es más rápida y clara que en cualquier otro elemento. (El Zodiaco y la psicología evolutiva: http://www.gente-de-astrologia.com.ar/descargas/category/10-gratuitos)




[1] Este artículo fue publicado en cuatro veces en la revista Eudemon nos 6 a 9   (1995-96).
[2] La rama de la psicología que estudia los procesos y los cambios que se       dan a lo largo del desarrollo humano.
[3] Es una idea original de Arturo Mata
[4] Esto era así en mi adolescencia. No sé si ahora se da tanto como antes. Se me ocurre pensar que quizá la evolución está poniendo más énfasis en el desarrollo y expresión del cuerpo (como balance de que en épocas anteriores se haya dado más el desarrollo mental y a la obligación moral) y de ahí el botellón y los excesos de todo tipo entre los jóvenes de hoy. Si estoy en lo cierto se estaría recuperando –evolutivamente hablando– el predominio del cuerpo y como tal la proclividad a todo tipo de experiencias y excesos sin límites por parte de la mente y su reguladora la sociedad.
[5] Sinesio Madrona (1991): El desarrollo de la conciencia. Madrid. Ed. Kepler. http://www.gente-de-astrologia.com.ar/descargas/category/10-gratuitos
[6] Escorpio representa simbólicamente la sombra, pero la sombra en  nuestro horóscopo está en cualquier lugar del mismo. Las características de nuestras posiciones solar, lunar, mercurial, etc. etc. siempre tienen un lado que aceptamos y otro que no nos gusta (y que,  muchas veces, creemos que no tenemos). Es este lado que no nos gusta  el que constituye parte de nuestra sombra. Así nuestra sombra está  formada por partes solares, lunares, mercuriales... cualquier aspecto  del horóscopo se constituye en sombra en tanto en cuanto sólo queramos  vivir y tomar conciencia de parte de él.
[7] Persona es el nombre que recibe, en la psicología de Jung, el lado visible de nuestra psique, el que aceptamos gustosamente y adaptamos a las demandas sociales. La persona sería más bien una característica  puesta de manifiesto por Libra.
[8] Ken Wilber: Los tres ojos del conocimiento. Ed. Kairós
[11] Hearn, I. F. y Madrona, S. (2015). The Unity of Body-Mind and Culture. Cultural Mannerisms as Introject Processes. British Gestalt Journal, Vol. 24-1, pp. 25-31.
[12] Rappoport, León. La personalidad desde los 26 años hasta la ancianidad. Ed. Paidos.
[13] Fanáticos ‘poseedores de la verdad’, mesiánicos, ‘salvadores’... Personas que reaccionan horrorizadas ante el sacrilegio (ya sea sagrado o ante una figura sacralizada, sin ir más lejos he visto reacciones de ese tipo ante la figura del mismo Freud o del psicoanálisis, cuanto más ante cualquier figura o persona aureolada de santidad o sabiduría). Ayudadores compulsivos que refuerzan la dependencia de sus socorridos en aras de su ‘sacrificio’ personal. Y un sin fin de ejemplos más que, para evocarlos, sólo tenemos que pensar en la labilidad del elemento agua, sobre todo en el caso de Piscis.
[14] Sinesio Madrona. El dualismo en psicología transpersonal: http://unidad-opuestos.blogspot.com
[15] Muchas personas ‘espirituales’ son totalmente ciegas a la trastienda obscura de su psique y al orgullo egoico que se agazapa tras sus sentimientos de superioridad. Este orgullo es la defensa del ‘niño bueno’ de Piscis ante la falta de sensibilidad ajena y las dificultades de la vida agudizadas desde su óptica ‘epiritual’.
[16] Al día de hoy, cuando inserto ese artículo en el blog, sí la he vivido, pero todavía tengo que reflexionar sobre ella
[17] Las segundas fases de Escorpio y Sagitario pertenecen a lo que sería la sexta etapa del desarrollo de la conciencia (¿?).
[18] Poco después de escribir esto hice mi formación en gestalt y pude comprobar como muchos gestaltistas se pierden en el placer recibido tras recuperar la conexión con su cuerpo. Es un placer tan intenso, aunque sea de otro nivel, darse cuenta de que ‘el cuerpo existe’, que para mí, aunque sea de menor intensidad, es comparable al ‘placer místico’, sigue los mismos mecanismos u homologías estructurales (Bertalanffy, 1968) en la psique humana. De esa manera igual que el ‘placer místico’ es el origen de todo tipo de religiones y sectas, el ‘placer gestalt’ da origen a una línea de pensamiento corporativa ciertamente fanática también en muchos individuos.