Reflexiones al hilo del I Ching
Introducción
para este blog
Fecha real de publicación en el blog: 23-09-2013
Como he dicho en el
artículo sobre el eneagrama junto a su encargo me hicieron en Ediciones del
Prado otro sobre el I Ching. En la ficha para la descripción de los hexagramas
me dejaron unas líneas para que yo pusiera en ellas lo que quisiera. Empecé un
poco con la historia del origen del I Ching (los primeros seis signos), pero
enseguida pasé a cuestiones acerca de la dualidad y de la unidad yin-yang
y a la sabiduría de este sistema oracular que para mí es más un motivo para la
reflexión profunda sobre lo que es la vida, la realidad y sus mecanismos
compensadores, que un método predictivo. De todos los métodos oraculares que
conozco es el que más te invita a la reflexión y a tomar una decisión prudente.
Este sistema sí lo he practicado durante años y aunque no me considero experto
en el (¿quién puede llamarse ‘experto’ en el I Ching?) si tengo un conocimiento
más profundo de su naturaleza de lo que lo tenía del eneagrama.
Aquí les dejo los
textos por si quieren reflexionar sobre ellos, algo que hoy en día, tan
subyugados por la droga adrenalínica, tan
poco frecuente va siendo ya. He dejado el número de cada párrafo que
coincide con el del hexagrama al que acompañaba, pero he quitado los nombres
porque en principio los textos no siguen,
salvo sincronicidades y alusiones, que algunas hay, los significados del
hexagrama que acompañan y no quiero que eso sea un motivo de
distracción. Más bien les invito a meditar sobre los textos de más abajo.
Textos
que acompañaban a cada hexagrama
01.
El origen mítico del
I
Ching, Yijing o I King, que todas estas
translaciones recibe, se remonta hacia el 2400 a. de J.C. Más adelante,
en torno al -1122 el rey Wen hijo el duque de Chou compilaron y desarrollaron
la versión actual del libro. Mucho antes era una práctica frecuente en la
corte; se utilizaban los tallos de milenrama para la composición del oráculo.
Por último entre 500 y 400 años a. de J.C. Confucio y sus discípulos
contribuyeron a su desarrollo.
02.
I Ching significa “Libro de las
mutaciones”. También recibe el nombre de Chou I: “Las Mutaciones de los Chou”,
porque en esta dinastía china se hizo su recopilación. Se supone que traza la
situación presente del consultante y el modo de resolver el futuro si adopta la
actitud correcta. Es además a la vez un libro adivinatorio es un libro moral,
filosófico y cosmogónico.
03.
Un grupo de leyendas cifra el
origen mitológico del I Ching en la divinidad Fu-Hsi creadora del Cielo y la
Tierra a partir del caos y, después, de todos los elementos de la Tierra. Una
tortura-dragón salió de las aguas del río Ho o un caballo-dragón de las del río
Lo. Sobre su lomo llevaban una serie de imágenes. De ellas se extrajeron los
ocho trigrama básicos del I Ching.
04.
Otro mito dice que las imágenes
fueron entregadas al emperador Yu El Grande, fundador de la dinastía Hsia.
Personaje que posee las virtudes de un héroe o semidios: la longitud de sus
pasos y estatura se utilizaban como patrón de medida, y su tono de voz como
pauta para la música y para el lenguaje, pues el chino mandarín utiliza los
tonos musicales fundamentales de la música china.
05.
Las
imágenes en el lomo del Caballo-Dragón son la HO-T´U “Tabla del río”, o “Mapa
del Río Amarillo”, y las de la Tortuga-Dragón la LO SHU, “Escrito del Río Lo”.
La tradición decía que eran mapas del Universo. Ambas muestran un esquema de
los “cinco estados de mutación” (elementos) y la segunda contiene además los
ocho trigramas, la orientación del espacio y las estaciones del año.
06.
Se entendía que las
representaciones de la Tabla del río dibujaban las constelaciones, y en esto se
apoya la tesis que dice que el I Ching era en su origen un calendario
astronómico. Posteriormente se le fueron añadiendo diversos textos con
información muy valiosa para la vida de los agricultores, y estas explicaciones
serían los primeros comentarios del I Ching.
07.
El animal mitológico Caballo-Dragón (o Tortuga-Dragón) es una primitiva representación de la dualidad Yin-Yang. El dragón personificaba el día y el cielo, y el Caballo la noche y la tierra. La dualida, en general, es el pilar fundamental de cualquier disciplina, arte o ciencia (oriental u occidental). su expresión más integral, elaborada y consciente, en los términos Yin-Yang, procede de la filosofía china.
08.
En oriente la dualidad es una
expresión de la unidad. Los opuestos Yin-Yang no son excluyentes. Cada uno
tiene parte del otro y, en un momento dado se puede convertir en su contrario. En
occidente esto no ocurre así los términos duales (dios-diablo,
masculino-femenino, amor-odio, bien-mal, espíritu-materia, pensamiento-sentimiento,
determinismo-libertad...), con que interpretamos la realidad son, habitualmente,
excluyentes y se conciben enfrentados y separados; o el uno o el otro.
09.
La noción de dualidad como
producto de la unidad surge del carácter único de la energía (por ejemplo: el
polo positivo y negativo de una misma y única energía –eléctrica– que,
necesariamente, trabajan juntos para que esa energía exista). Por ello
Yin-Yang, (amor-odio, bien-mal...), inevitablemente tienen que coexistir, para
que la realidad funcione. Es fundamental penetrar en esta concepción si se
quiere profundizar en la filosofía y naturaleza del I Ching.
10.
La conciencia dual, mucho más
aguda y sesgada para la mente occidental, nos hace difícil entender y aceptar
la unidad de los opuestos, pues siempre queremos que prevalezca aquello que
deseamos sobre los otros o sobre lo que rechazamos. La filosofía oriental y del
I Ching nos dice que eso no es correcto, por ello a lo largo de estas fichas
podrá ir comprobando cómo las situaciones raramente son “blancas” o “negras” e
incluso que una se puede convertir en la otra en un momento dado buscando el
equilibrio. Esto es importante para entender plenamente las respuestas que
obtengamos del I Ching.
11.
La dualidad del amor-odio, muy
presente en nuestras vidas, nos puede aclarar la filosofía del Yin-Yang. En
occidente se conciben como el aspecto positivo y negativo de los sentimientos y
se excluyen. El amor une, el odio separa. Pero el amor puede ser negativo: si
es posesivo y absorbente ahoga y puede matar a la persona, pues impide su
crecimiento e independencia. Y la separación es necesaria para el desarrollo individual,
la autonomía, la libertad, la creatividad... Por ello es más fácil observar,
entre nosotros, cómo uno puede convertirse en el otro.
12.
Más allá de la dualidad
amor-odio existe una unidad en la cual estos sentimientos son herramientas de
un proceso de crecimiento único. Cualquier término de una dualidad
(dios-diablo, masculino-femenino, bien-mal, pensamiento-sentimiento, espíritu-materia,
determinismo-libertad...), puede convertirse en su opuesto. Es más fácil
entenderlo para la dualidad amor-odio, pero ocurre en todas ellas. Para
penetrar en esta unidad de los contrarios hay que concebir la vida y la
realidad desde una unidad superior. Lo que en la filosofía china se conoce como
Tao.
13.
La dualidad con que
interpretamos hoy la realidad en Occidente no es algo cuyo conocimiento haya
existido siempre. Son conceptos muy antiguos, pero históricos, aparecen en los
albores del pensamiento humano. Anteriormente muchos términos de lenguas
antiguas son biunívocos, significan tanto una cosa como su opuesta. La unidad
de los contrarios –de toda la naturaleza– era una vivencia profunda en el
hombre primitivo.
14.
El pensamiento primitivo (no por
ello inferior al nuestro en lo que a la vida se refiere) concibe su universo
como unitario y ello le hace ver de una manera natural e inmediata la unicidad
y continuidad de los opuestos. El I Ching hunde sus raíces en una época en la
que todavía existía esa percepción unitaria de la realidad. Todas las culturas
orientales beben de esa fuente, por ello una meditación habitual sobre los
textos del I Ching es esencial para nuestro futuro como individuos y como
especie.
15.
El pensamiento ecológico, tan de
moda hoy, era innato en el hombre primitivo; todavía no se había separado de la
naturaleza. Pero la evolución, el pensamiento y el desarrollo técnico y
científico, tal como lo conocemos en Occidente, no puede tener lugar sin la
concepción dual de la realidad; ello nos ha alejado, sin embargo, de la visión
unitaria del universo en el que vivimos –la visión ecológica–. Una profunda
lectura del I Ching nos puede ayudar a recuperar lo que hemos perdido.
16.
La concepción dual de la
realidad es imprescindible para poder actuar en ella. La mente (un mecanismo
dual en sí mismo) necesita hacer una elección para conseguir ejercer su
capacidad manipulativa sobre la realidad. La acción siempre implica un
mecanismo dual (la no-acción del pensamiento budista simboliza la visión
unitaria de la realidad). El énfasis que la cultura occidental ha puesto en
esta percepción parcial y sesgada de la realidad ha facilitado el desarrollo
técnico y científico.
17.
La cultura occidental, por mor
de la búsqueda del conocimiento racional, se ha olvidado la unidad básica del
Universo. Ello nos ha llevado a la situación actual en la que la ruptura de esa
unidad y la falta de respeto a la naturaleza nos aboca a una catástrofe
ecológica sin precedentes. Cabe esperar que el pensamiento unitario nos ayude a
superar la crisis. Por ello es tan importante acercarnos a textos como el I
Ching.
19.
Oriente sigue ligado a la
naturaleza y su percepción de la realidad es unitaria. Occidente rompió con ese
lazo y pagó, por ello, el precio que todo héroe mítico paga a los dioses: su
sentimiento de soledad y abandono, su angustia vital, su ansiedad; tan característicos
de nuestra sociedad occidental. Sentimiento psicótico que le impulsa a un
avance constante hacia adelante hasta que se precipite en el abismo.
20.
El actual interés por todo tipo
de saberes esotéricos, oráculos, etc., es una señal de la necesidad de buscar
la unidad primordial, del regreso a la madre, como todo adulto hace, en mayor o
menor medida, una vez superada su visión adolescente de la realidad (lo que
ocurre a diferentes edades según la persona y, a veces, nunca). El proceso,
tanto personal como colectivo, pasa por la ruptura con la madre (la unidad
primordial) y la vuelta a aquella en un proceso espiral.
21.
En Occidente el símbolo de la
esencia femenina, la madre, la naturaleza (el yin), es el círculo. Todo en ella es cíclico: el año, el día, las
estaciones, los cambios culturales... La esencia masculina, el padre (el yang), es una línea recta, un falo, que
se mueve interminable hacia el infinito. El propio tiempo se concibe, según
distintas posturas filosóficas, como cíclico: todo se repite, no hay pasado ni
futuro, las culturas caen y se levantan; o como lineal: existe un pasado y un
futuro y nada se repite, existe evolución y progreso, historia.
22.
La filosofía Oriental,
bosquejada en el yin-yang, nos dice que principios opuestos
revierten el uno en el otro, se complementan, son necesarios [hoy en día una ‘Teoría UDO’ –Unidades
Duales Opuestas–, Medina, recoge esta antorcha y la expresa en lenguaje científico: http://www.redcientifica.org/]. La expresión occidental de
ello (matemática) es la espiral o el helicoide. Esta curva se forma por la
aplicación de un vector (una fuerza rectilínea, yang) sobre el trazado de una curva (yin). Estas curvas están presente en toda la realidad (en muchas ocasiones
en aspectos fundamentales de la misma), tanto macro como microscópica y
representan, consiguen, soluciones que han logrado la unidad de las fuerzas
contrarias.
23.
La visión de la realidad como
espiral tiene un dinamismo de desarrollo, proceso evolutivo, que no tiene de
una manera tan clara la visión yin-yang en Oriente. Oriente tiene la visión
de que la unidad se convierte en operativa (constructiva) al desdoblarse en sus
opuestos; pero no es relevante en ella (al menos hasta donde llega mi conocimiento
de ella) el hecho de que esa constructividad avanza hacia adelante en el
tiempo, cosa que sí hace la visión espiral de la realidad. De esa espiral
Oriente tiende a ver sólo la curva (lo cíclico y repetitivo) y Occidente sólo
la recta (lo lineal e irrepetible).
24.
En la actitud básica cotidiana
de los orientales predomina una visión circular de la realidad y una actitud
fatalista ante el “destino”. Entre nosotros, por el contrario, domina la visión
común de que todo es posible si el individuo se esfuerza por romper su
situación (el círculo en el que se ve encerrado) y avanza hacia delante. Muchas
veces la naturaleza circular de la realidad impacta brutalmente en nosotros
rompiendo nuestra fantasía lineal. El aumento desproporcionado de la depresión
en nuestro tiempo tiene, como una causa profunda, esta visión sesgada de
nuestra cultura.
25.
Visto de una manera global, al
modo del yin-yang y del Tao, todo en el Universo forma una totalidad que se
enfrenta y se complementa: Oriente con Occidente, países fronterizos, ciudades
contiguas o rivales, equipos de fútbol, partidos políticos..., personas, rasgos
de personalidad en uno mismo... onda-partícula, observador-objeto... La verdad
está en la unión y complemen-taridad de esos opuestos y en el trabajo que hacen
juntos al enfrentarse. La competitividad es un ejercicio de crecimiento, no una
lucha a muerte como la entienden muchos en Occidente debido a que la visión
dual de la realidad aísla los opuestos y los convierte en irreconciliables.
26.
La complementaridad y el
enfrentamiento suceden también en el tiempo. Nos lo dice Kuhn (La estructura
de las revoluciones científicas), incluso en la ciencia el pensamiento en
Occidente alterna entre visiones opuestas de la realidad. En un ciclo espiral
la vuelta a un pensamiento anterior no se produce en el mismo punto en el tuvo
lugar aquél; sino que ha avanzado un trecho debido al efecto que el pensamiento
opuesto tiene sobre la totalidad que forman ambos extremos.
27.
La concepción del ser humano
primitivo acerca de la realidad era unitaria. El proceso de independización de
la unidad con la naturaleza es condición imprescindible para el pensamiento
libre y autónomo que da origen a la ciencia y la técnica tal como la entendemos
entre nosotros. El proceso de independización de la naturaleza implica, como
necesidad, una radicalización de las posturas pues incluye la imposibilidad de
aceptar la unidad última de los opuestos. De ahí la renuencia, en nuestra
cultura, a entender la unidad trascendente yin-yang.
28.
Cuando el pensamiento científico
esté plenamente seguro de sí mismo podrá aceptar su vuelta a la unidad con la
naturaleza. Es un proceso paralelo al que sufre el adolescente: radicaliza la
postura frente a sus padres para luego, con
la edad y sintiéndose más seguro de sí mismo, volver a aceptarlos más
plenamente. Actualmente la ciencia (ciencias de la complejidad, teoría
del caos, teoría del campo j de
Laszlo...) se encamina hacia la vuelta a esta unidad. Sólo entonces podremos
llegar a entender plenamente, en Occidente, la totalidad única, yin-yang,
que subyace a cualquier pareja de opuestos.
29.
Existe dualidad en la concepción
cristiana (Dios-diablo) y en la ciencia (objetivo-subjetivo). Y se manifiesta
también entre ambas: religión-ciencia. El fundamento de esta oposición es el de
la naturaleza de la dualidad sentimiento-pensamiento, fe-razón, cerebro
derecho-izquierdo... El que estas dualidades yin-yang sean, a la
postre, una unidad, significa que dios y diablo son una única “persona”, no hay
“ciencia objetiva” pura, pues este concepto carece de significado bajo la
unidad del Tao y religión y ciencia forman una unidad intrínseca. El cerebro es
único al fin y al cabo.
30.
Para entender la unidad yin-yang
tenemos que comprender y experimentar la unidad sentimiento-pensamiento. Hoy en
día se admite fácilmente que un pensamiento negativo produce sentimientos
negativos y viceversa, y lo mismo con los sentimientos-pensamientos positivos.
Pero la concepción unitaria va más allá: existe, a niveles profundos, un único
flujo de conciencia en el que pensamiento y sentimiento se manifiestan como un
único proceso. Esto es Tao. [Sobre este tema hoy
pueden consultar: Pensar y sentir, en: http://unidad-opuestos.blogspot.com].
31.
Unidad y dualidad forman una
trinidad. La dualidad es necesaria para operar en la realidad. La unidad es la
guía para la acción justa que interviene oportunamente en uno u otro de los
extremos de la oposición. El sentimiento y el pensamiento son duales en su
manifestación, pero forman una unidad. No hay pensamiento puro. Según Damasio (El error de Descartes) la ‘razón pura
kantiana’ sólo es posible si hay una lesión prefrontal en el cerebro. En
nuestra cultura, debido al énfasis en la razón y el pensamiento, somos muy
inconscientes de la unidad.
32.
La inconsciencia acerca de la
mutua relación e interdependencia entre pensamiento y sentimiento, nos hace
creer que cualquier afirmación de nuestra razón es verdad inapelable. Kuhn
afirma (la estructura de las revoluciones
científicas) que incluso la ciencia es subjetiva (lo que no quita valor a
su parte objetiva). Enfrentados entre nosotros a mutuas “razones inapelables” se produce un inmovilismo artificial impropio de la dinámica yin-yang
que dificulta y entorpece el flujo de la vida. Para ver la unidad
pensamiento-sentimiento es necesario practicar largamente la observación
interior (meditación) en silencio de pensamientos y sentimientos sin dejarse
arrastrar por ninguno de ellos.
33.
Estamos inextricablemente unidos
a nuestro ‘enemigo’, a nuestro opuesto. El otro, o lo otro, es también yo. La
dualidad psíquica la forman los arquetipos que Jung llamaba persona y sombra; que son el aspecto superficial y aceptado (consciente) y el
profundo y rechazado (inconsciente) de nuestro ser. Cuando una persona nos
produce un rechazo, emoción o irritación profundos, se manifiesta nuestra sombra. Esa tensión extrema e intensa se
origina en el hecho de que esa persona refleja algo que rechazamos
virulentamente en nosotros mismos por ser absolutamente inaceptable para
nuestra persona.
34.
Cuando a través de la reflexión,
observación y análisis profundo de nuestro comportamiento nos permitimos que la
sombra surja a la consciencia
empezamos a entender cómo nuestro pensamiento está dictado por nuestro
sentimiento y viceversa. Cómo el otro es también yo y cómo la conducta que en
él calificamos de ‘negativa’ tiene mucho que enseñarnos acerca de nosotros
mismos. La sombra tiene también un
aspecto positivo (la unidad se manifiesta en todo). Cuando idealizamos, nos
deslumbra y atrae intensamente un individuo, refleja algo positivo en nosotros.
35.
Muchas abominaciones,
persecuciones fanáticas y ‘caza de brujas’ en nombre del bien, tienen que ver
con nuestra sombra, individual y
colectiva. Es aquello de “la paja en el ojo ajeno y la viga en el propio”.
Proyectamos en el otro algo que rechazamos intensamente en nosotros y lo
perseguimos ferozmente porque no podemos soportarnos a nosotros mismos. El
‘mal’ no puede ser ‘erradicado’, no es una ‘degradación’ [como cree Naranjo, según expreso en El eneagrama
en este mismo blog],
tenemos que recuperar esa proyección e integrarla en nuestro interior, en
nuestro ser total. El mal integrado es infinitamente menos dañino que el mal
proyectado. Este es otro aspecto profundo de la dinámica yin-yang.
36.
Con la sombra positiva ocurre algo parecido. No la desarrollamos porque
tenemos miedo, cobardía, inseguridad, falta de confianza, carencia de medios,
etc. Entonces, cuando queremos conseguir el bien que envidiamos de los otros,
porque nos molesta su prosperidad o bienestar que ansiamos para nosotros y no queremos correr el riesgo ni hacer el esfuerzo
que implica, también podemos criticarlos, anatematizarlos y perseguirlos
para quitarles lo que deseamos.
37.
Mantener los opuestos en una
unidad integrada, en consonancia con la dinámica yin-yang, implica un
sacrificio y un trabajo esforzado, intenso y profundo. La tensión de los
contrarios puede ser extrema, pues están reflejando, con frecuencia, actitudes,
pensamientos, sentimientos, conductas..., radicalmente antagónicos. Entre
nosotros, el símbolo de la cruz y el sacrificio de la muerte en ella representa
el nivel del esfuerzo psicológico que es necesario hacer para integrar los
opuestos.
38.
El sacrificio en la cruz
representa, simbólicamente, la muerte psicológica del ego (de la persona, Jung) para poder aceptar al
otro, al enemigo, al ‘mal’, en nosotros mismos (los ‘pecados del mundo’, la sombra). El renacimiento, la
‘resurrección’, es el resultado fecundo de este proceso. Uno renace en la
unidad yin-yang como ser integrado, renace en el Tao, “se encuentra con Dios”,
“sube al Padre”, y el efecto de este proceso es un bienestar indescriptible:
una experiencia mística o cumbre. De todo ello deriva la virtud de la serenidad
que tanto alaba el I Ching en el sabio y el hombre superior.
39.
Cuando nacemos somos unidad. El
crecimiento humano implica la necesidad de un proceso de diferenciación
discriminadora para desarrollar la conciencia personal, el yo. A través de este
proceso de exclusión identificamos nuestro sexo, personalidad, capacidades,
aptitudes, intereses..., y esto se hace, habitualmente, rechazando lo
contrario. Elegimos para poder hacer frente a las exigencias prácticas de
supervivencia. Lo descartado va a parar a la sombra. Pero el ciclo completo humano implica recomponer la unidad
originaria una vez nos hemos asegurado las necesidades y relaciones básicas de
la vida.
40.
Nuestra cultura científica
también nace de la discriminación. Con ello se rompe la unidad esencial de la
dinámica yin-yang. Por ello la sabiduría, la búsqueda del ser integral, la
unidad, etc., no es algo que se enseñe en nuestras escuelas. Ni siquiera en la
religión cristiana, portavoz de valores superiores, lo entiende adecuadamente
(dualidad marginadora Dios-diablo, virtud-pecado...). Por ello la búsqueda de
la unidad que tendría que surgir (lo hace si no hay trabas sociales e
ideológicas para ello) poco después de la adolescencia, apenas tiene
consecuencias prácticas. Hasta que nuestra cultura no comprenda el papel de la
unidad, ésta no tendrá apenas significado en nuestros hábitos y forma de ver la
vida.
41.
Una de las consecuencias
fundamentales de la actitud discriminadora de la cultura en general, y en
particular de la científica, es que la identificación del ‘mal’ (lo subjetivo,
el demonio, el pecado, el odio, el fracaso...) como algo negativo que hay que
apartar y erradicar drásticamente, nos lleva a romper la dinámica yin-yang
y a vivir sesgadamente sólo uno de sus aspectos, normalmente el yang. La depresión, avanzando con pasos
de gigante en nuestros días, es la respuesta yin a este desequilibrio, respuesta patológica por proceder de un
desequilibrio, pues de lo contrario nos llevaría a la sabiduría que proclama el
I Ching.
42.
En nuestra cultura, yin representa todo lo que es ‘malo’
para la ideología del éxito difundida por el imperio (por la cultura
patriarcal, en general). Ni lo acepta ni lo puede ver. La competitividad feroz
y compulsiva nos obliga, con demasiada frecuencia, a adoptar y enfatizar
conductas que nos llevarán a la depresión, el infarto, las drogas, el
alcohol..., lo que es una desesperada búsqueda de equilibrio por parte de la
naturaleza yin; ese algo más pasivo,
femenino, receptivo, conforme, etc., que, equilibrando los excesos de lo yang, impide que éste nos lleve al
colapso y la destrucción, tanto personal como colectiva.
43.
La vida, con su pujanza, nos
lleva, en un principio, por caminos preferentemente yang, no hay más que fijarse en un niño. Las frustraciones, los
fracasos, las dificultades..., nos ayudan a madurar, a esperar recompensas
aplazados, a derivar (Freud) el proceso primario en secundario... Pero muchas
culturas en la cumbre de su plenitud fracasan y se colapsan rápidamente (Jared
Diamond: Colapso), cosa que puede
estar a punto de suceder en la nuestra. En la cumbre se nos hace más difícil
aceptar la naturaleza yin. El trabajo
realizado para llegar a la plenitud ha tenido mucho de esfuerzo yin, y ahora nos creemos capaces de descartarlo.
44.
Llegados a la plenitud, tanto a
nivel personal como colectivo queremos solucionar los problemas sin hacer un
esfuerzo, ni aceptar el reflujo que sucede a la culminación, como en el ciclo
diario en el que a la plenitud del sol sucede el ocaso. Queremos, por ejemplo,
solucionar el cambio climático sin recortar los excesos de nuestro nivel de
vida. O queremos vivir sin aceptar ni integrar las frustraciones, los fracasos
y los recesos de la vida que nos conducirán al equilibrio yin-yang, a la unidad y a
la sabiduría. Aceptamos, entonces, el énfasis yang de la juventud como modelo de nuestra vida.
45.
La actitud de nuestra cultura se
difunde a todos los ámbitos de la vida. Así, por ejemplo, un conocimiento
superficial e interesado del budismo y una actitud frecuente en los entusiastas
de la Nueva Era valora sólo el bien y la felicidad sin tener que enfrentarse a
los propios demonios (a la sombra),
lo que lleva también a un anquilosamiento de la dinámica yin-yang. Queremos
cambiar sin hacer sacrificios, nos quedamos atascados porque nunca se nos ha
enseñado a hacer los sacrificios necesarios para afrontar las sucesivas muertes
y renacimientos (símbolo de la cruz en el cristianismo) que constituyen el
proceso evolutivo.
46.
Cualquier forma de adicción ya
sea sexo, poder, ambición, trabajo, alcohol, drogas, idealismo... (nos puede
dominar el mal pero también nos puede dominar el bien), es una actitud que se
aleja del equilibrio yin-yang. En la filosofía del I Ching la
verdad, la serenidad y la sabiduría, y su símbolo el color amarillo (por la luz
del Sol a mediodía), está en el justo medio. El lugar en donde se contempla a
la misma distancia tanto el yin como
el yang. El esfuerzo y el sacrificio
es tan necesario como el disfrute y la alegría. Nuestra cultura, en la cúspide
de su éxito, empieza, como muchas otras a lo largo de la historia, el camino de
la decadencia, camino que puede ser brusco y repentino. Para este tipo de
situaciones el I Ching hace muchas recomendaciones a lo largo de sus hexagramas.
Bien estaría que prestáramos oídos a sus consejos.
47.
La unidad esencial es algo que
enseñan algunos aspectos de las religiones (sus desarrollos místicos y
aspiraciones espirituales superiores), la moral, la filosofía, la psicología
profunda y el pensamiento oriental. Pero también es algo que existe
intrínsecamente en la naturaleza del conocimiento científico, a pesar de que la
ciencia en sí misma nace de una visión sesgada de la realidad que acepta sólo
lo que el pensamiento, supuestamente objetivo, le dice acerca de la misma. La
base última de la realidad científica es la unidad dinámica (en la física
clásica: polos positivo-negativo, acción y reacción, electrón y protón...; y en
la física cuántica: onda-partícula, observador-objeto...).
48.
Desde Einstein se busca una
teoría unificada de la ciencia a la que Laszlo parece haber llegado con su
teoría del campo j o campo akásico (La ciencia y el campo
akásico). En realidad el concepto de unidad nunca ha dejado de existir en
la ciencia y filosofía occidental; pero siempre ha sido muy minoritario (Fox
Keller: Reflexiones sobre género y
ciencia). La cultura, el pensamiento general y el desarrollo social y
religioso ha seguido adoptando únicamente una visión parcial, la que
corresponde a uno sólo de los extremos de la polaridad yin-yang.
49.
Influido por el I Ching (yin-yang)
Leibniz (siglo XVII) desarrolló la lógica binaria y junto con Boole sentaron
las bases que en el siglo XX llevarían a la creación del lenguaje de las
computadoras. Actualmente el desarrollo puntero de las ciencias se aproxima a
la visión del I Ching, que, como sabemos, se traduce por El libro de las mutaciones. En este compendio chino lo fundamental
es el cambio. Sin embargo la ciencia clásica newtoniana describe la realidad
como situaciones estáticas. En las nuevas concepciones científicas de la
realidad el ‘punto’ newtoniano (lugar estático que sufre la acción) simplemente
no existe.
50.
Las
nuevas teorías (Whitehead en filosofía, Keeney en psicología, Laszlo en
ciencia...) basan la descripción de la realidad no en el ‘punto newtoniano’,
sino en la malla de interrelaciones (de información) que existe entre todos los
‘puntos’ del Universo. Es decir, no existen puntos aislados sometidos a una
fuerza y velocidad vectoriales, sino un complejo campo de interrelaciones en
las que cada ‘punto’ está conectado por una información que comparte con todos los
otros ‘puntos’, siendo, al mismo tiempo, cada uno de esos otros ‘puntos’. En
realidad, hablar de ‘punto’ en estas concepciones carece de sentido, pues en
ellas no existe lo que en términos newtonianos se entiende por ‘punto’; en
ellas hablamos de campos. Esta es, dicha a la manera occidental, la esencia del
I Ching.
51.
Por su constitución
nuestra mente necesita definir el mundo que le rodea (objetos, ideas,
personas...). En algunos momentos de nuestra vida intensas experiencias
emotivas o perceptivas que no podemos configurar inmediatamente (referir a algo
conocido), nos provocan un pánico inenarrable y terriblemente angustioso. Ésta
es una razón importante para que nuestra mente se aferre a cualquier
descripción parcial (por inmediata) de la realidad. La descripción unitaria de
la realidad está más allá de una explicación corporizada en un objeto, idea,
persona... Es decir, subyace al objeto, está más allá del objeto. La
descripción unitaria de la realidad tiene que incluir a un objeto y a su
opuesto.
52.
Al mirar un dibujo
gestalt de doble interpretación (copa-caras, pato-conejo, mujer joven-mujer
vieja,...), podemos ver, con nuestra mente habitual, ora un dibujo, ora el
opuesto, nunca los dos a la vez. La visión taoísta unitaria se puede empezar a
entender cuando conseguimos, tras un prolongado esfuerzo, ver no a la mujer
joven o a la vieja, sino únicamente las líneas del dibujo antes de que formen
una u otra figura. Así podemos llegar a comprender que es nuestra mente la que
interpreta una u otra forma. Desde ese lugar previo podemos entender de una
manera más profunda y clara cómo la realidad es única, y cómo el yin se transforma en yang, y viceversa, continuamente.
53.
Las formas, la
interpretación de la realidad la constituye la mente (y la cultura en la que
está inmersa). Cuando conseguimos, a través del hábito meditativo, permanecer
más tiempo en el ‘vacío mental’ (o en el ‘espacio’ intermedio de dos formas de
un dibujo gestalt) podemos entender cómo las formas son evanescentes y la
realidad está más allá de lo que entendemos como tal en la actividad cotidiana;
la que el budismo llama maya,
traducido por mentira, ilusión. Maya
no significa que las formas de la realidad ordinaria no existan; sino que
nuestra mente cree que son únicas y nos enfrenta a otros maya que son opuestos al nuestro. La mentira reside en nuestra
mente. El fin último de la filosofía del I Ching es saltar por encima de ese maya y abrirnos a la sabiduría del
“hombre superior”.
54.
Al darnos cuenta que las formas de la realidad son evanescentes (sea mayor o menor la duración en el tiempo) podemos entender que todos los momentos y lugares en el espacio-tiempo están conectados entre sí mediante un campo (no en forma lineal, como quiere la ciencia clásica); es decir, hay una conexión global, en las partes está el todo (teoría holográfica, fractales,. gestalt...). Al mismo tiempo en el todo afloran características debidas a su organización (por ejemplo la conciencia surge de una superior organización de la vida). Así en el I Ching cada momento (cada hexagrama) está conectado con el todo; forma un campo no una línea continua Al hacer una tirada con el oráculo nosotros incidimos en un punto de ese campo; pero en ese lugar y momento confluye toda la sabiduría del I Ching, forma un estadio de un proceso global en conexión con el todo.
55.
Determinismo y
libertad es una de las paradojas más difíciles de resolver, pero refleja el
meollo de la función oracular del I Ching y el hecho de que, al mismo tiempo,
no sea determinista. Una aproximación sencilla al problema es decir que la
libertad es una experiencia, una vivencia, que registra el hemisferio derecho
del cerebro y que el concepto de determinismo sucede en la experiencia que
tiene sobre la realidad el hemisferio izquierdo. El ser humano completo, “el
hombre superior” en palabras del I Ching, une ambas experiencias de su cerebro
–único– y trasciende esta paradoja. Es algo difícil de entender entre nosotros;
pero ya los filósofos griegos decían que el hombre libre es el que cumple su
destino (Diccionario de filosofía, Ferrater Mora, término libertad).
56.
El astrólogo experto
sabe que aquellas personas cuya actitud y actividad en la vida es más
independiente, autónoma, autorrealizada, etc. (más libre en definitiva),
reflejan más fielmente su propio horóscopo, más ‘determinadas’ están por ‘sus
astros’, pues realizan todas sus potencialidades. Aquellos que no cumplen
plenamente su horóscopo están más influidos por otras personas (padres, cónyuge, amigos, colegas..., en las que delegan la
responsabilidad por su propia vida), y por el grupo, la moda, la ideología, la
política, la religión, la cultura, etc., en la que viven; son, paradójicamente,
mucho menos libres e independientes. Cumplir el propio horóscopo (el propio
‘destino’) conlleva un proceso de individuación
(psicología de Jung), de autorrealización. Y es, en términos arquetípicos, el
camino, significado y ejemplo del héroe mítico.
57.
La idea de libertad
empieza a reflejarla también la ciencia (tan determinista siempre ella). Laszlo
(El cosmos creativo) teoriza,
a partir de los últimos descubrimientos de la física cuántica, con la
posibilidad de que en el nivel subcuántico de la realidad (anterior a la
formación de materia-energía, ‘lugar’ que la física llama vacío cuántico)
exista un campo de información que llama campo j. En un campo sea cual sea (electromagnético por ejemplo)
la transmisión de información es instantánea en todo el campo, aunque depende
de la velocidad de la luz. En el campo j, al ser
previo a la formación de materia-energía la velocidad de transmisión de la
información en el campo es prácticamente infinita.
58.
El campo j explicaría hechos tan conocidos en la física
cuántica como el que una partícula reaccione en el mismo instante a lo que le
están haciendo a otra asociada a ella (a miles o millones de kilómetros de
distancia), y también las percepciones extratemporales a través de la
precognición, telepatía, etc. Cualquier campo está formado por vibraciones (es
un campo ondulatorio) y el campo que genera la bioelectricidad cerebral es
capaz de conectarse con el campo j a niveles subcuánticos. La
información que recibe condiciona las líneas en las que se puede desarrollar
nuestro futuro; pero no lo determina absolutamente.
59.
Según Laszlo el campo j se incrementa continuamente con
la información que recibe de todos los niveles del Universo (registro akásico) y este proceso condiciona el
futuro, pero no lo determina con absoluta certeza. El Universo ‘aprende’ sobre
la marcha. La sincronicidad junguiana sería un efecto del campo j. Otra teoría, la del caos,
abre, asimismo, una puerta hacia una llamada libertad evolutiva que no existía en la física clásica, pues ésta
estudia estados fijos de la materia que son excepciones de la realidad. La
naturaleza es básicamente caótica; lo que técnicamente significa que no hay
nada estático y definido para siempre como pretende la física clásica, sino que
todo está en continuo cambio, movimiento, ebullición, interacción, intercambio,
etc.
60.
El ‘caos’ tiene también leyes:
en un momento dado (llamado punto de bifurcación) la realidad no está definida
y se puede optar por una u otra orientación (p. ej., todos los cristales de una
determinada sustancia son levógiros, cuando podrían ser también dextrógiros).
Estas ‘decisiones’ que toma la naturaleza en un momento de bifurcación (que afectan
a todos los niveles de la realidad desde la física hasta la vida, la psique y
la sociedad) van configurando un camino evolutivo diferente del que podría
haber tenido lugar si hubiera tomado la decisión contraria. Otro ‘problema’ que
rompe con la ciencia clásica y el paradigma estático es el fenómeno de la
discontinuidad en la física cuántica.
61.
La discontinuidad cuántica se
explica por el hecho de que existen niveles de energía en el átomo y de que el
paso del electrón de uno a otro se da precisamente por un salto, no es un proceso continuo. Asimismo la energía tiene que ser
definida por cuantos (paquetes
indivisibles) y no de una manera continua. Esto es completamente inaceptable e incomprensible para la ciencia
clásica. En definitiva, nuestra mente no ha evolucionado todavía (en tiempos de
evolución geológica es un recién nacido) para entender la realidad completa
continuamente cambiante y multidimensional, y como su naturaleza es
precisamente la de entender, y es todavía un bebé, tiene que hacerlo en
pequeñas dosis y por eso se aferra a explicaciones estáticas de la realidad
(objetos, personas, definiciones, ideologías, religiones...).
62.
Para
entender la realidad hay que trascender la mente y entrar en ese terreno
(sentimientos, emociones, sensaciones, intuiciones, experiencias cumbre o
místicas...), que tanto odia la mente racional, pero que nos puede ayudar a
percibir y explicar la realidad total. Podemos, si queremos, llegar a entender
y explicar incluso la experiencia mística (a pesar de lo que digan los propios
místicos); pues ocurre lo mismo que con el sexo, no puede ser explicado a un
niño que todavía no ha tenido esa experiencia; pero tampoco transmitir a otro
adulto verbalmente su vivencia personal y exclusiva; pero ello no nos impide
hablar de sexo. En esto no es diferente de la experiencia mística.
63.
La experiencia de la
unidad está en nosotros, pues la tuvimos en el seno materno y durante los
primeros meses, sólo tenemos que recuperarla en un proceso evolutivo espiral
añadiéndole la capacidad mental y la conciencia desarrollada. Groff (Psicología transpersonal), dice que 1/3 de la
población tiene experiencias de unidad, pero las niega por miedo, porque creen
que se están volviendo locos o temen que los
tachen de tales –no hay un marco conceptual ni una aceptación en nuestra
cultura para comprenderlas– y, sigue afirmando, la mitad de los
ingresados en centros psiquiátricos están en un proceso transpersonal o místico. Para entender esto tenemos que madurar esa
estructura mental dualista que nos posee y que nos impide abrirnos a una
realidad más amplia.
64.
Con el nuevo paradigma de la ciencia podemos entender que todos los
momentos y lugares en el espacio-tiempo están conectados entre sí como un
campo: un espacio en el que se da una conexión global de todo con todo, no en
forma lineal, como quiere la ciencia clásica. En las partes está el todo
(teoría holográfica, fractales, gestalt) y en el todo afloran características
debidas a su organización (por ejemplo, la conciencia surge de una superior
organización de la vida). De la misma manera contempla las cosas el I Ching,
cada momento (cada hexagrama) está conectado con el todo; forma un campo no una
línea continua. Al hacer una tirada con el oráculo nosotros incidimos en un
punto de ese campo; pero en ese lugar y momento confluye toda la sabiduría del
I Ching, es una configuración cambiante del continuo de un proceso global en
conexión con el todo.