martes, 10 de septiembre de 2013

Reflexiones al hilo del I Ching


Reflexiones al hilo del I Ching

 

Introducción para este blog


Fecha real de publicación en el blog: 23-09-2013

Como he dicho en el artículo sobre el eneagrama junto a su encargo me hicieron en Ediciones del Prado otro sobre el I Ching. En la ficha para la descripción de los hexagramas[1] me dejaron unas líneas para que yo pusiera en ellas lo que quisiera. Empecé un poco con la historia del origen del I Ching (los primeros seis signos), pero enseguida pasé a cuestiones acerca de la dualidad y de la unidad yin-yang y a la sabiduría de este sistema oracular que para mí es más un motivo para la reflexión profunda sobre lo que es la vida, la realidad y sus mecanismos compensadores, que un método predictivo. De todos los métodos oraculares que conozco es el que más te invita a la reflexión y a tomar una decisión prudente. Este sistema sí lo he practicado durante años y aunque no me considero experto en el (¿quién puede llamarse ‘experto’ en el I Ching?) si tengo un conocimiento más profundo de su naturaleza de lo que lo tenía del eneagrama.

Aquí les dejo los textos por si quieren reflexionar sobre ellos, algo que hoy en día, tan subyugados por la droga adrenalínica, tan  poco frecuente va siendo ya. He dejado el número de cada párrafo que coincide con el del hexagrama al que acompañaba, pero he quitado los nombres porque en principio los textos no siguen, salvo sincronicidades y alusiones, que algunas hay, los significados del hexagrama que acompañan y no quiero que eso sea un motivo de distracción. Más bien les invito a meditar sobre los textos de más abajo.


Textos que acompañaban a cada hexagrama


01.
El origen mítico del I Ching, Yijing o I King, que todas estas translaciones recibe, se remonta hacia el 2400 a. de J.C. Más adelante, en torno al -1122 el rey Wen hijo el duque de Chou compilaron y desarrollaron la versión actual del libro. Mucho antes era una práctica frecuente en la corte; se utilizaban los tallos de milenrama para la composición del oráculo. Por último entre 500 y 400 años a. de J.C. Confucio y sus discípulos contribuyeron a su desarrollo.

02.
I Ching significa “Libro de las mutaciones”. También recibe el nombre de Chou I: “Las Mutaciones de los Chou”, porque en esta dinastía china se hizo su recopilación. Se supone que traza la situación presente del consultante y el modo de resolver el futuro si adopta la actitud correcta. Es además a la vez un libro adivinatorio es un libro moral, filosófico y cosmogónico.

03.
Un grupo de leyendas cifra el origen mitológico del I Ching en la divinidad Fu-Hsi creadora del Cielo y la Tierra a partir del caos y, después, de todos los elementos de la Tierra. Una tortura-dragón salió de las aguas del río Ho o un caballo-dragón de las del río Lo. Sobre su lomo llevaban una serie de imágenes. De ellas se extrajeron los ocho trigrama básicos del I Ching.

04.
Otro mito dice que las imágenes fueron entregadas al emperador Yu El Grande, fundador de la dinastía Hsia. Personaje que posee las virtudes de un héroe o semidios: la longitud de sus pasos y estatura se utilizaban como patrón de medida, y su tono de voz como pauta para la música y para el lenguaje, pues el chino mandarín utiliza los tonos musicales fundamentales de la música china.

05.
Las imágenes en el lomo del Caballo-Dragón son la HO-T´U “Tabla del río”, o “Mapa del Río Amarillo”, y las de la Tortuga-Dragón la LO SHU, “Escrito del Río Lo”. La tradición decía que eran mapas del Universo. Ambas muestran un esquema de los “cinco estados de mutación” (elementos) y la segunda contiene además los ocho trigramas, la orientación del espacio y las estaciones del año.

06.
Se entendía que las representaciones de la Tabla del río dibujaban las constelaciones, y en esto se apoya la tesis que dice que el I Ching era en su origen un calendario astronómico. Posteriormente se le fueron añadiendo diversos textos con información muy valiosa para la vida de los agricultores, y estas explicaciones serían los primeros comentarios del I Ching.

07.
El animal mitológico Caballo-Dragón (o Tortuga-Dragón) es una primitiva representación de la dualidad Yin-Yang. El dragón personificaba el día y el cielo, y el Caballo la noche y la tierra. La dualida, en general, es el pilar fundamental de cualquier disciplina, arte o ciencia (oriental u occidental). su expresión más integral, elaborada y consciente, en los términos Yin-Yang, procede de la filosofía china.

08.
En oriente la dualidad es una expresión de la unidad. Los opuestos Yin-Yang no son excluyentes. Cada uno tiene parte del otro y, en un momento dado se puede convertir en su contrario. En occidente esto no ocurre así los términos duales (dios-diablo, masculino-femenino, amor-odio, bien-mal, espíritu-materia, pensamiento-sentimiento, determinismo-libertad...), con que interpretamos la realidad son, habitualmente, excluyentes y se conciben enfrentados y separados; o el uno o el otro.

09.
La noción de dualidad como producto de la unidad surge del carácter único de la energía (por ejemplo: el polo positivo y negativo de una misma y única energía –eléctrica– que, necesariamente, trabajan juntos para que esa energía exista). Por ello Yin-Yang, (amor-odio, bien-mal...), inevitablemente tienen que coexistir, para que la realidad funcione. Es fundamental penetrar en esta concepción si se quiere profundizar en la filosofía y naturaleza del I Ching.

10.
La conciencia dual, mucho más aguda y sesgada para la mente occidental, nos hace difícil entender y aceptar la unidad de los opuestos, pues siempre queremos que prevalezca aquello que deseamos sobre los otros o sobre lo que rechazamos. La filosofía oriental y del I Ching nos dice que eso no es correcto, por ello a lo largo de estas fichas podrá ir comprobando cómo las situaciones raramente son “blancas” o “negras” e incluso que una se puede convertir en la otra en un momento dado buscando el equilibrio. Esto es importante para entender plenamente las respuestas que obtengamos del I Ching.

11.
La dualidad del amor-odio, muy presente en nuestras vidas, nos puede aclarar la filosofía del Yin-Yang. En occidente se conciben como el aspecto positivo y negativo de los sentimientos y se excluyen. El amor une, el odio separa. Pero el amor puede ser negativo: si es posesivo y absorbente ahoga y puede matar a la persona, pues impide su crecimiento e independencia. Y la separación es necesaria para el desarrollo individual, la autonomía, la libertad, la creatividad... Por ello es más fácil observar, entre nosotros, cómo uno puede convertirse en el otro.

12.
Más allá de la dualidad amor-odio existe una unidad en la cual estos sentimientos son herramientas de un proceso de crecimiento único. Cualquier término de una dualidad (dios-diablo, masculino-femenino, bien-mal, pensamiento-sentimiento, espíritu-materia, determinismo-libertad...), puede convertirse en su opuesto. Es más fácil entenderlo para la dualidad amor-odio, pero ocurre en todas ellas. Para penetrar en esta unidad de los contrarios hay que concebir la vida y la realidad desde una unidad superior. Lo que en la filosofía china se conoce como Tao.

13.
La dualidad con que interpretamos hoy la realidad en Occidente no es algo cuyo conocimiento haya existido siempre. Son conceptos muy antiguos, pero históricos, aparecen en los albores del pensamiento humano. Anteriormente muchos términos de lenguas antiguas son biunívocos, significan tanto una cosa como su opuesta. La unidad de los contrarios –de toda la naturaleza– era una vivencia profunda en el hombre primitivo.

14.
El pensamiento primitivo (no por ello inferior al nuestro en lo que a la vida se refiere) concibe su universo como unitario y ello le hace ver de una manera natural e inmediata la unicidad y continuidad de los opuestos. El I Ching hunde sus raíces en una época en la que todavía existía esa percepción unitaria de la realidad. Todas las culturas orientales beben de esa fuente, por ello una meditación habitual sobre los textos del I Ching es esencial para nuestro futuro como individuos y como especie.

15.
El pensamiento ecológico, tan de moda hoy, era innato en el hombre primitivo; todavía no se había separado de la naturaleza. Pero la evolución, el pensamiento y el desarrollo técnico y científico, tal como lo conocemos en Occidente, no puede tener lugar sin la concepción dual de la realidad; ello nos ha alejado, sin embargo, de la visión unitaria del universo en el que vivimos –la visión ecológica–. Una profunda lectura del I Ching nos puede ayudar a recuperar lo que hemos perdido.

16.
La concepción dual de la realidad es imprescindible para poder actuar en ella. La mente (un mecanismo dual en sí mismo) necesita hacer una elección para conseguir ejercer su capacidad manipulativa sobre la realidad. La acción siempre implica un mecanismo dual (la no-acción del pensamiento budista simboliza la visión unitaria de la realidad). El énfasis que la cultura occidental ha puesto en esta percepción parcial y sesgada de la realidad ha facilitado el desarrollo técnico y científico.

17.
La cultura occidental, por mor de la búsqueda del conocimiento racional, se ha olvidado la unidad básica del Universo. Ello nos ha llevado a la situación actual en la que la ruptura de esa unidad y la falta de respeto a la naturaleza nos aboca a una catástrofe ecológica sin precedentes. Cabe esperar que el pensamiento unitario nos ayude a superar la crisis. Por ello es tan importante acercarnos a textos como el I Ching.

19.
Oriente sigue ligado a la naturaleza y su percepción de la realidad es unitaria. Occidente rompió con ese lazo y pagó, por ello, el precio que todo héroe mítico paga a los dioses: su sentimiento de soledad y abandono, su angustia vital, su ansiedad; tan característicos de nuestra sociedad occidental. Sentimiento psicótico que le impulsa a un avance constante hacia adelante hasta que se precipite en el abismo.

20.
El actual interés por todo tipo de saberes esotéricos, oráculos, etc., es una señal de la necesidad de buscar la unidad primordial, del regreso a la madre, como todo adulto hace, en mayor o menor medida, una vez superada su visión adolescente de la realidad (lo que ocurre a diferentes edades según la persona y, a veces, nunca). El proceso, tanto personal como colectivo, pasa por la ruptura con la madre (la unidad primordial) y la vuelta a aquella en un proceso espiral.

21.
En Occidente el símbolo de la esencia femenina, la madre, la naturaleza (el yin), es el círculo. Todo en ella es cíclico: el año, el día, las estaciones, los cambios culturales... La esencia masculina, el padre (el yang), es una línea recta, un falo, que se mueve interminable hacia el infinito. El propio tiempo se concibe, según distintas posturas filosóficas, como cíclico: todo se repite, no hay pasado ni futuro, las culturas caen y se levantan; o como lineal: existe un pasado y un futuro y nada se repite, existe evolución y progreso, historia.

22.
La filosofía Oriental, bosquejada en el yin-yang, nos dice que principios opuestos revierten el uno en el otro, se complementan, son necesarios [hoy en día una ‘Teoría UDO’ –Unidades Duales Opuestas–, Medina, recoge esta antorcha y la expresa en lenguaje científico: http://www.redcientifica.org/]. La expresión occidental de ello (matemática) es la espiral o el helicoide. Esta curva se forma por la aplicación de un vector (una fuerza rectilínea, yang) sobre el trazado de una curva (yin). Estas curvas están presente en toda la realidad (en muchas ocasiones en aspectos fundamentales de la misma), tanto macro como microscópica y representan, consiguen, soluciones que han logrado la unidad de las fuerzas contrarias.

23.
La visión de la realidad como espiral tiene un dinamismo de desarrollo, proceso evolutivo, que no tiene de una manera tan clara la visión yin-yang en Oriente. Oriente tiene la visión de que la unidad se convierte en operativa (constructiva) al desdoblarse en sus opuestos; pero no es relevante en ella (al menos hasta donde llega mi conocimiento de ella) el hecho de que esa constructividad avanza hacia adelante en el tiempo, cosa que sí hace la visión espiral de la realidad. De esa espiral Oriente tiende a ver sólo la curva (lo cíclico y repetitivo) y Occidente sólo la recta (lo lineal e irrepetible).

24.
En la actitud básica cotidiana de los orientales predomina una visión circular de la realidad y una actitud fatalista ante el “destino”. Entre nosotros, por el contrario, domina la visión común de que todo es posible si el individuo se esfuerza por romper su situación (el círculo en el que se ve encerrado) y avanza hacia delante. Muchas veces la naturaleza circular de la realidad impacta brutalmente en nosotros rompiendo nuestra fantasía lineal. El aumento desproporcionado de la depresión en nuestro tiempo tiene, como una causa profunda, esta visión sesgada de nuestra cultura.

25.
Visto de una manera global, al modo del yin-yang y del Tao, todo en el Universo forma una totalidad que se enfrenta y se complementa: Oriente con Occidente, países fronterizos, ciudades contiguas o rivales, equipos de fútbol, partidos políticos..., personas, rasgos de personalidad en uno mismo... onda-partícula, observador-objeto... La verdad está en la unión y complemen-taridad de esos opuestos y en el trabajo que hacen juntos al enfrentarse. La competitividad es un ejercicio de crecimiento, no una lucha a muerte como la entienden muchos en Occidente debido a que la visión dual de la realidad aísla los opuestos y los convierte en irreconciliables.

26.
La complementaridad y el enfrentamiento suceden también en el tiempo. Nos lo dice Kuhn (La estructura de las revoluciones científicas), incluso en la ciencia el pensamiento en Occidente alterna entre visiones opuestas de la realidad. En un ciclo espiral la vuelta a un pensamiento anterior no se produce en el mismo punto en el tuvo lugar aquél; sino que ha avanzado un trecho debido al efecto que el pensamiento opuesto tiene sobre la totalidad que forman ambos extremos.

27.
La concepción del ser humano primitivo acerca de la realidad era unitaria. El proceso de independización de la unidad con la naturaleza es condición imprescindible para el pensamiento libre y autónomo que da origen a la ciencia y la técnica tal como la entendemos entre nosotros. El proceso de independización de la naturaleza implica, como necesidad, una radicalización de las posturas pues incluye la imposibilidad de aceptar la unidad última de los opuestos. De ahí la renuencia, en nuestra cultura, a entender la unidad trascendente yin-yang.

28.
Cuando el pensamiento científico esté plenamente seguro de sí mismo podrá aceptar su vuelta a la unidad con la naturaleza. Es un proceso paralelo al que sufre el adolescente: radicaliza la postura frente a sus padres para luego, con la edad y sintiéndose más seguro de sí mismo, volver a aceptarlos más plenamente. Actualmente la ciencia (ciencias de la complejidad, teoría del caos, teoría del campo de Laszlo...) se encamina hacia la vuelta a esta unidad. Sólo entonces podremos llegar a entender plenamente, en Occidente, la totalidad única, yin-yang, que subyace a cualquier pareja de opuestos.

29.
Existe dualidad en la concepción cristiana (Dios-diablo) y en la ciencia (objetivo-subjetivo). Y se manifiesta también entre ambas: religión-ciencia. El fundamento de esta oposición es el de la naturaleza de la dualidad sentimiento-pensamiento, fe-razón, cerebro derecho-izquierdo... El que estas dualidades yin-yang sean, a la postre, una unidad, significa que dios y diablo son una única “persona”, no hay “ciencia objetiva” pura, pues este concepto carece de significado bajo la unidad del Tao y religión y ciencia forman una unidad intrínseca. El cerebro es único al fin y al cabo.

30.
Para entender la unidad yin-yang tenemos que comprender y experimentar la unidad sentimiento-pensamiento. Hoy en día se admite fácilmente que un pensamiento negativo produce sentimientos negativos y viceversa, y lo mismo con los sentimientos-pensamientos positivos. Pero la concepción unitaria va más allá: existe, a niveles profundos, un único flujo de conciencia en el que pensamiento y sentimiento se manifiestan como un único proceso. Esto es Tao. [Sobre este tema hoy pueden consultar: Pensar y sentir, en: http://unidad-opuestos.blogspot.com].

31.
Unidad y dualidad forman una trinidad. La dualidad es necesaria para operar en la realidad. La unidad es la guía para la acción justa que interviene oportunamente en uno u otro de los extremos de la oposición. El sentimiento y el pensamiento son duales en su manifestación, pero forman una unidad. No hay pensamiento puro. Según Damasio (El error de Descartes) la ‘razón pura kantiana’ sólo es posible si hay una lesión prefrontal en el cerebro. En nuestra cultura, debido al énfasis en la razón y el pensamiento, somos muy inconscientes de la unidad.

32.
La inconsciencia acerca de la mutua relación e interdependencia entre pensamiento y sentimiento, nos hace creer que cualquier afirmación de nuestra razón es verdad inapelable. Kuhn afirma (la estructura de las revoluciones científicas) que incluso la ciencia es subjetiva (lo que no quita valor a su parte objetiva). Enfrentados entre nosotros a mutuas “razones inapelables” se produce un inmovilismo artificial impropio de la dinámica yin-yang que dificulta y entorpece el flujo de la vida. Para ver la unidad pensamiento-sentimiento es necesario practicar largamente la observación interior (meditación) en silencio de pensamientos y sentimientos sin dejarse arrastrar por ninguno de ellos.

33.
Estamos inextricablemente unidos a nuestro ‘enemigo’, a nuestro opuesto. El otro, o lo otro, es también yo. La dualidad psíquica la forman los arquetipos que Jung llamaba persona y sombra; que son el aspecto superficial y aceptado (consciente) y el profundo y rechazado (inconsciente) de nuestro ser. Cuando una persona nos produce un rechazo, emoción o irritación profundos, se manifiesta nuestra sombra. Esa tensión extrema e intensa se origina en el hecho de que esa persona refleja algo que rechazamos virulentamente en nosotros mismos por ser absolutamente inaceptable para nuestra persona.

34.
Cuando a través de la reflexión, observación y análisis profundo de nuestro comportamiento nos permitimos que la sombra surja a la consciencia empezamos a entender cómo nuestro pensamiento está dictado por nuestro sentimiento y viceversa. Cómo el otro es también yo y cómo la conducta que en él calificamos de ‘negativa’ tiene mucho que enseñarnos acerca de nosotros mismos. La sombra tiene también un aspecto positivo (la unidad se manifiesta en todo). Cuando idealizamos, nos deslumbra y atrae intensamente un individuo, refleja algo positivo en nosotros.

35.
Muchas abominaciones, persecuciones fanáticas y ‘caza de brujas’ en nombre del bien, tienen que ver con nuestra sombra, individual y colectiva. Es aquello de “la paja en el ojo ajeno y la viga en el propio”. Proyectamos en el otro algo que rechazamos intensamente en nosotros y lo perseguimos ferozmente porque no podemos soportarnos a nosotros mismos. El ‘mal’ no puede ser ‘erradicado’, no es una ‘degradación’ [como cree Naranjo, según expreso en El eneagrama en este mismo blog], tenemos que recuperar esa proyección e integrarla en nuestro interior, en nuestro ser total. El mal integrado es infinitamente menos dañino que el mal proyectado. Este es otro aspecto profundo de la dinámica yin-yang.

36.
Con la sombra positiva ocurre algo parecido. No la desarrollamos porque tenemos miedo, cobardía, inseguridad, falta de confianza, carencia de medios, etc. Entonces, cuando queremos conseguir el bien que envidiamos de los otros, porque nos molesta su prosperidad o bienestar que ansiamos para nosotros y no queremos correr el riesgo ni hacer el esfuerzo que implica, también podemos criticarlos, anatematizarlos y perseguirlos para quitarles lo que deseamos.

37.
Mantener los opuestos en una unidad integrada, en consonancia con la dinámica yin-yang, implica un sacrificio y un trabajo esforzado, intenso y profundo. La tensión de los contrarios puede ser extrema, pues están reflejando, con frecuencia, actitudes, pensamientos, sentimientos, conductas..., radicalmente antagónicos. Entre nosotros, el símbolo de la cruz y el sacrificio de la muerte en ella representa el nivel del esfuerzo psicológico que es necesario hacer para integrar los opuestos.

38.
El sacrificio en la cruz representa, simbólicamente, la muerte psicológica del ego (de la persona, Jung) para poder aceptar al otro, al enemigo, al ‘mal’, en nosotros mismos (los ‘pecados del mundo’, la sombra). El renacimiento, la ‘resurrección’, es el resultado fecundo de este proceso. Uno renace en la unidad yin-yang como ser integrado, renace en el Tao, “se encuentra con Dios”, “sube al Padre”, y el efecto de este proceso es un bienestar indescriptible: una experiencia mística o cumbre. De todo ello deriva la virtud de la serenidad que tanto alaba el I Ching en el sabio y el hombre superior.

39.
Cuando nacemos somos unidad. El crecimiento humano implica la necesidad de un proceso de diferenciación discriminadora para desarrollar la conciencia personal, el yo. A través de este proceso de exclusión identificamos nuestro sexo, personalidad, capacidades, aptitudes, intereses..., y esto se hace, habitualmente, rechazando lo contrario. Elegimos para poder hacer frente a las exigencias prácticas de supervivencia. Lo descartado va a parar a la sombra. Pero el ciclo completo humano implica recomponer la unidad originaria una vez nos hemos asegurado las necesidades y relaciones básicas de la vida.

40.
Nuestra cultura científica también nace de la discriminación. Con ello se rompe la unidad esencial de la dinámica yin-yang. Por ello la sabiduría, la búsqueda del ser integral, la unidad, etc., no es algo que se enseñe en nuestras escuelas. Ni siquiera en la religión cristiana, portavoz de valores superiores, lo entiende adecuadamente (dualidad marginadora Dios-diablo, virtud-pecado...). Por ello la búsqueda de la unidad que tendría que surgir (lo hace si no hay trabas sociales e ideológicas para ello) poco después de la adolescencia, apenas tiene consecuencias prácticas. Hasta que nuestra cultura no comprenda el papel de la unidad, ésta no tendrá apenas significado en nuestros hábitos y forma de ver la vida.

41.
Una de las consecuencias fundamentales de la actitud discriminadora de la cultura en general, y en particular de la científica, es que la identificación del ‘mal’ (lo subjetivo, el demonio, el pecado, el odio, el fracaso...) como algo negativo que hay que apartar y erradicar drásticamente, nos lleva a romper la dinámica yin-yang y a vivir sesgadamente sólo uno de sus aspectos, normalmente el yang. La depresión, avanzando con pasos de gigante en nuestros días, es la respuesta yin a este desequilibrio, respuesta patológica por proceder de un desequilibrio, pues de lo contrario nos llevaría a la sabiduría que proclama el I Ching.

42.
En nuestra cultura, yin representa todo lo que es ‘malo’ para la ideología del éxito difundida por el imperio (por la cultura patriarcal, en general). Ni lo acepta ni lo puede ver. La competitividad feroz y compulsiva nos obliga, con demasiada frecuencia, a adoptar y enfatizar conductas que nos llevarán a la depresión, el infarto, las drogas, el alcohol..., lo que es una desesperada búsqueda de equilibrio por parte de la naturaleza yin; ese algo más pasivo, femenino, receptivo, conforme, etc., que, equilibrando los excesos de lo yang, impide que éste nos lleve al colapso y la destrucción, tanto personal como colectiva.

43.
La vida, con su pujanza, nos lleva, en un principio, por caminos preferentemente yang, no hay más que fijarse en un niño. Las frustraciones, los fracasos, las dificultades..., nos ayudan a madurar, a esperar recompensas aplazados, a derivar (Freud) el proceso primario en secundario... Pero muchas culturas en la cumbre de su plenitud fracasan y se colapsan rápidamente (Jared Diamond: Colapso), cosa que puede estar a punto de suceder en la nuestra. En la cumbre se nos hace más difícil aceptar la naturaleza yin. El trabajo realizado para llegar a la plenitud ha tenido mucho de esfuerzo yin, y ahora nos creemos capaces de descartarlo.

44.
Llegados a la plenitud, tanto a nivel personal como colectivo queremos solucionar los problemas sin hacer un esfuerzo, ni aceptar el reflujo que sucede a la culminación, como en el ciclo diario en el que a la plenitud del sol sucede el ocaso. Queremos, por ejemplo, solucionar el cambio climático sin recortar los excesos de nuestro nivel de vida. O queremos vivir sin aceptar ni integrar las frustraciones, los fracasos y los recesos de la vida que nos conducirán al equilibrio yin-yang, a la unidad y a la sabiduría. Aceptamos, entonces, el énfasis yang de la juventud como modelo de nuestra vida.

45.
La actitud de nuestra cultura se difunde a todos los ámbitos de la vida. Así, por ejemplo, un conocimiento superficial e interesado del budismo y una actitud frecuente en los entusiastas de la Nueva Era valora sólo el bien y la felicidad sin tener que enfrentarse a los propios demonios (a la sombra), lo que lleva también a un anquilosamiento de la dinámica yin-yang. Queremos cambiar sin hacer sacrificios, nos quedamos atascados porque nunca se nos ha enseñado a hacer los sacrificios necesarios para afrontar las sucesivas muertes y renacimientos (símbolo de la cruz en el cristianismo) que constituyen el proceso evolutivo.

46.
Cualquier forma de adicción ya sea sexo, poder, ambición, trabajo, alcohol, drogas, idealismo... (nos puede dominar el mal pero también nos puede dominar el bien), es una actitud que se aleja del equilibrio yin-yang. En la filosofía del I Ching la verdad, la serenidad y la sabiduría, y su símbolo el color amarillo (por la luz del Sol a mediodía), está en el justo medio. El lugar en donde se contempla a la misma distancia tanto el yin como el yang. El esfuerzo y el sacrificio es tan necesario como el disfrute y la alegría. Nuestra cultura, en la cúspide de su éxito, empieza, como muchas otras a lo largo de la historia, el camino de la decadencia, camino que puede ser brusco y repentino. Para este tipo de situaciones el I Ching hace muchas recomendaciones a lo largo de sus hexagramas. Bien estaría que prestáramos oídos a sus consejos.

47.
La unidad esencial es algo que enseñan algunos aspectos de las religiones (sus desarrollos místicos y aspiraciones espirituales superiores), la moral, la filosofía, la psicología profunda y el pensamiento oriental. Pero también es algo que existe intrínsecamente en la naturaleza del conocimiento científico, a pesar de que la ciencia en sí misma nace de una visión sesgada de la realidad que acepta sólo lo que el pensamiento, supuestamente objetivo, le dice acerca de la misma. La base última de la realidad científica es la unidad dinámica (en la física clásica: polos positivo-negativo, acción y reacción, electrón y protón...; y en la física cuántica: onda-partícula, observador-objeto...).

48.
Desde Einstein se busca una teoría unificada de la ciencia a la que Laszlo parece haber llegado con su teoría del campo j o campo akásico (La ciencia y el campo akásico). En realidad el concepto de unidad nunca ha dejado de existir en la ciencia y filosofía occidental; pero siempre ha sido muy minoritario (Fox Keller: Reflexiones sobre género y ciencia). La cultura, el pensamiento general y el desarrollo social y religioso ha seguido adoptando únicamente una visión parcial, la que corresponde a uno sólo de los extremos de la polaridad yin-yang.

49.
Influido por el I Ching (yin-yang) Leibniz (siglo XVII) desarrolló la lógica binaria y junto con Boole sentaron las bases que en el siglo XX llevarían a la creación del lenguaje de las computadoras. Actualmente el desarrollo puntero de las ciencias se aproxima a la visión del I Ching, que, como sabemos, se traduce por El libro de las mutaciones. En este compendio chino lo fundamental es el cambio. Sin embargo la ciencia clásica newtoniana describe la realidad como situaciones estáticas. En las nuevas concepciones científicas de la realidad el ‘punto’ newtoniano (lugar estático que sufre la acción) simplemente no existe.

50.
Las nuevas teorías (Whitehead en filosofía, Keeney en psicología, Laszlo en ciencia...) basan la descripción de la realidad no en el ‘punto newtoniano’, sino en la malla de interrelaciones (de información) que existe entre todos los ‘puntos’ del Universo. Es decir, no existen puntos aislados sometidos a una fuerza y velocidad vectoriales, sino un complejo campo de interrelaciones en las que cada ‘punto’ está conectado por una información que comparte con todos los otros ‘puntos’, siendo, al mismo tiempo, cada uno de esos otros ‘puntos’. En realidad, hablar de ‘punto’ en estas concepciones carece de sentido, pues en ellas no existe lo que en términos newtonianos se entiende por ‘punto’; en ellas hablamos de campos. Esta es, dicha a la manera occidental, la esencia del I Ching.

51.
Por su constitución nuestra mente necesita definir el mundo que le rodea (objetos, ideas, personas...). En algunos momentos de nuestra vida intensas experiencias emotivas o perceptivas que no podemos configurar inmediatamente (referir a algo conocido), nos provocan un pánico inenarrable y terriblemente angustioso. Ésta es una razón importante para que nuestra mente se aferre a cualquier descripción parcial (por inmediata) de la realidad. La descripción unitaria de la realidad está más allá de una explicación corporizada en un objeto, idea, persona... Es decir, subyace al objeto, está más allá del objeto. La descripción unitaria de la realidad tiene que incluir a un objeto y a su opuesto.

52.
Al mirar un dibujo gestalt de doble interpretación (copa-caras, pato-conejo, mujer joven-mujer vieja,...), podemos ver, con nuestra mente habitual, ora un dibujo, ora el opuesto, nunca los dos a la vez. La visión taoísta unitaria se puede empezar a entender cuando conseguimos, tras un prolongado esfuerzo, ver no a la mujer joven o a la vieja, sino únicamente las líneas del dibujo antes de que formen una u otra figura. Así podemos llegar a comprender que es nuestra mente la que interpreta una u otra forma. Desde ese lugar previo podemos entender de una manera más profunda y clara cómo la realidad es única, y cómo el yin se transforma en yang, y viceversa, continuamente.
             


53.
Las formas, la interpretación de la realidad la constituye la mente (y la cultura en la que está inmersa). Cuando conseguimos, a través del hábito meditativo, permanecer más tiempo en el ‘vacío mental’ (o en el ‘espacio’ intermedio de dos formas de un dibujo gestalt) podemos entender cómo las formas son evanescentes y la realidad está más allá de lo que entendemos como tal en la actividad cotidiana; la que el budismo llama maya, traducido por mentira, ilusión. Maya no significa que las formas de la realidad ordinaria no existan; sino que nuestra mente cree que son únicas y nos enfrenta a otros maya que son opuestos al nuestro. La mentira reside en nuestra mente. El fin último de la filosofía del I Ching es saltar por encima de ese maya y abrirnos a la sabiduría del “hombre superior”.

54.
Al darnos cuenta que las formas de la realidad son evanescentes (sea mayor o menor la duración en el tiempo) podemos entender que todos los momentos y lugares en el espacio-tiempo están conectados entre sí mediante un campo (no en forma lineal, como quiere la ciencia clásica); es decir, hay una conexión global, en las partes está el todo (teoría holográfica, fractales,. gestalt...). Al mismo tiempo en el todo afloran características debidas a su organización (por ejemplo la conciencia surge de una superior organización de la vida). Así en el I Ching cada momento (cada hexagrama) está conectado con el todo; forma un campo no una línea continua  Al hacer una tirada con el oráculo nosotros incidimos en un punto de ese campo; pero en ese lugar y momento confluye toda la sabiduría del I Ching, forma un estadio de un proceso global en conexión con el todo.

55.
Determinismo y libertad es una de las paradojas más difíciles de resolver, pero refleja el meollo de la función oracular del I Ching y el hecho de que, al mismo tiempo, no sea determinista. Una aproximación sencilla al problema es decir que la libertad es una experiencia, una vivencia, que registra el hemisferio derecho del cerebro y que el concepto de determinismo sucede en la experiencia que tiene sobre la realidad el hemisferio izquierdo. El ser humano completo, “el hombre superior” en palabras del I Ching, une ambas experiencias de su cerebro –único– y trasciende esta paradoja. Es algo difícil de entender entre nosotros; pero ya los filósofos griegos decían que el hombre libre es el que cumple su destino (Diccionario de filosofía, Ferrater Mora, término libertad).

56.
El astrólogo experto sabe que aquellas personas cuya actitud y actividad en la vida es más independiente, autónoma, autorrealizada, etc. (más libre en definitiva), reflejan más fielmente su propio horóscopo, más ‘determinadas’ están por ‘sus astros’, pues realizan todas sus potencialidades. Aquellos que no cumplen plenamente su horóscopo están más influidos por otras personas (padres, cónyuge, amigos, colegas..., en las que delegan la responsabilidad por su propia vida), y por el grupo, la moda, la ideología, la política, la religión, la cultura, etc., en la que viven; son, paradójicamente, mucho menos libres e independientes. Cumplir el propio horóscopo (el propio ‘destino’) conlleva un proceso de individuación (psicología de Jung), de autorrealización. Y es, en términos arquetípicos, el camino, significado y ejemplo del héroe mítico.

57.
La idea de libertad empieza a reflejarla también la ciencia (tan determinista siempre ella). Laszlo (El cosmos creativo) teoriza, a partir de los últimos descubrimientos de la física cuántica, con la posibilidad de que en el nivel subcuántico de la realidad (anterior a la formación de materia-energía, ‘lugar’ que la física llama vacío cuántico) exista un campo de información que llama campo j. En un campo sea cual sea (electromagnético por ejemplo) la transmisión de información es instantánea en todo el campo, aunque depende de la velocidad de la luz. En el campo j, al ser previo a la formación de materia-energía la velocidad de transmisión de la información en el campo es prácticamente infinita.

58.
El campo j explicaría hechos tan conocidos en la física cuántica como el que una partícula reaccione en el mismo instante a lo que le están haciendo a otra asociada a ella (a miles o millones de kilómetros de distancia), y también las percepciones extratemporales a través de la precognición, telepatía, etc. Cualquier campo está formado por vibraciones (es un campo ondulatorio) y el campo que genera la bioelectricidad cerebral es capaz de conectarse con el campo j a niveles subcuánticos. La información que recibe condiciona las líneas en las que se puede desarrollar nuestro futuro; pero no lo determina absolutamente.

59.
Según Laszlo el campo j se incrementa continuamente con la información que recibe de todos los niveles del Universo (registro akásico) y este proceso condiciona el futuro, pero no lo determina con absoluta certeza. El Universo ‘aprende’ sobre la marcha. La sincronicidad junguiana sería un efecto del campo j. Otra teoría, la del caos, abre, asimismo, una puerta hacia una llamada libertad evolutiva que no existía en la física clásica, pues ésta estudia estados fijos de la materia que son excepciones de la realidad. La naturaleza es básicamente caótica; lo que técnicamente significa que no hay nada estático y definido para siempre como pretende la física clásica, sino que todo está en continuo cambio, movimiento, ebullición, interacción, intercambio, etc.

60.
El ‘caos’ tiene también leyes: en un momento dado (llamado punto de bifurcación) la realidad no está definida y se puede optar por una u otra orientación (p. ej., todos los cristales de una determinada sustancia son levógiros, cuando podrían ser también dextrógiros). Estas ‘decisiones’ que toma la naturaleza en un momento de bifurcación (que afectan a todos los niveles de la realidad desde la física hasta la vida, la psique y la sociedad) van configurando un camino evolutivo diferente del que podría haber tenido lugar si hubiera tomado la decisión contraria. Otro ‘problema’ que rompe con la ciencia clásica y el paradigma estático es el fenómeno de la discontinuidad en la física cuántica.

61.
La discontinuidad cuántica se explica por el hecho de que existen niveles de energía en el átomo y de que el paso del electrón de uno a otro se da precisamente por un salto, no es un proceso continuo. Asimismo la energía tiene que ser definida por cuantos (paquetes indivisibles) y no de una manera continua. Esto es completamente inaceptable e incomprensible para la ciencia clásica. En definitiva, nuestra mente no ha evolucionado todavía (en tiempos de evolución geológica es un recién nacido) para entender la realidad completa continuamente cambiante y multidimensional, y como su naturaleza es precisamente la de entender, y es todavía un bebé, tiene que hacerlo en pequeñas dosis y por eso se aferra a explicaciones estáticas de la realidad (objetos, personas, definiciones, ideologías, religiones...).

62.
Para entender la realidad hay que trascender la mente y entrar en ese terreno (sentimientos, emociones, sensaciones, intuiciones, experiencias cumbre o místicas...), que tanto odia la mente racional, pero que nos puede ayudar a percibir y explicar la realidad total. Podemos, si queremos, llegar a entender y explicar incluso la experiencia mística (a pesar de lo que digan los propios místicos); pues ocurre lo mismo que con el sexo, no puede ser explicado a un niño que todavía no ha tenido esa experiencia; pero tampoco transmitir a otro adulto verbalmente su vivencia personal y exclusiva; pero ello no nos impide hablar de sexo. En esto no es diferente de la experiencia mística.

63.
La experiencia de la unidad está en nosotros, pues la tuvimos en el seno materno y durante los primeros meses, sólo tenemos que recuperarla en un proceso evolutivo espiral añadiéndole la capacidad mental y la conciencia desarrollada. Groff (Psicología transpersonal), dice que 1/3 de la población tiene experiencias de unidad, pero las niega por miedo, porque creen que se están volviendo locos o temen que los tachen de tales –no hay un marco conceptual ni una aceptación en nuestra cultura para comprenderlas– y, sigue afirmando, la mitad de los ingresados en centros psiquiátricos están en un proceso transpersonal o místico. Para entender esto tenemos que madurar esa estructura mental dualista que nos posee y que nos impide abrirnos a una realidad más amplia.

64.
Con el nuevo paradigma de la ciencia podemos entender que todos los momentos y lugares en el espacio-tiempo están conectados entre sí como un campo: un espacio en el que se da una conexión global de todo con todo, no en forma lineal, como quiere la ciencia clásica. En las partes está el todo (teoría holográfica, fractales, gestalt) y en el todo afloran características debidas a su organización (por ejemplo, la conciencia surge de una superior organización de la vida). De la misma manera contempla las cosas el I Ching, cada momento (cada hexagrama) está conectado con el todo; forma un campo no una línea continua. Al hacer una tirada con el oráculo nosotros incidimos en un punto de ese campo; pero en ese lugar y momento confluye toda la sabiduría del I Ching, es una configuración cambiante del continuo de un proceso global en conexión con el todo.[2]



[1] Acabo de caer en la cuenta de la similitud de nombres eneagrama – hexagrama, me ha hecho gracia, siempre el racionalismo humano tras los símbolos.
[2] Redacción casi igual a la del párrafo número 54 porque en su día sustituí esta primera redacción que había hecho par él, por otra que estaba conectada al simbolismo del hexagrama del mismo nombre y era una crítica a la discriminación de la mujer por la cultura de la China clásica y por el propio Confucio. Como en este blog sin el simbolismo y las correspondientes explicaciones de los hexagramas me ha parecido fuera de lugar, he vuelto a poner en el nº 54 la original que en su día utilicé en este último hexagrama, por eso están repetidas; pero no está demás insistir en el tema expuesto. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario